

ALFALFA, CON MUY POCO PUEDE DAR MUCHO MÁS
15/jul/2009
La mayoría de los productores no obtienen de la alfalfa todos los beneficios que ésta le puede proporcionar. Posiblemente las bondades de la leguminosa contribuyan a conformarse con los resultados alcanzados, también concurre a no “ir por más” una cultura que subyace, “no proporcionarle a los cultivos forrajeros, la misma atención que a los agrícolas”.
Por: Aldo Norberto Bonaveri
Desde tiempos remotos se reconoce a la alfalfa como la reina de las forrajeras, dentro de esta categoría es el cultivo que expresa los mayores avances genéticos y, también sobre la que más se ha dicho en cuanto a manejo productivo. Sus propiedades y respuestas la han entronizado como fundamento pastoril de la producción de carne y leche, si tuviéramos que sintetizarla en una frase bien podríamos definirla como : La conjunción entre calidad de forraje y volumen de materia seca producida.
La nobleza de la especie y su adaptación a gran parte de las regiones del país, como de distintos ambientes en el mundo, le han valido el predicamento acumulado a través de su historial, como el liderazgo que ejerce en forma indiscutible. Los programas de investigación diseminados por el planeta, el aporte de organismos oficiales, los desarrollos efectuados por las empresas privadas, sumado al asesoramiento brindado, ya sea por técnicos particulares, del sector proveedor o de la industria semillera, han resultado cada uno en su medida, factores importantes para la permanencia de la supremacía de la alfalfa, respecto a la consideración de los productores.
Pese a todo lo explicitado, la mayoría de los productores no obtienen de la alfalfa tantos beneficios que ésta le puede proporcionar. Posiblemente las bondades de la leguminosa contribuyan a conformarse con los resultados alcanzados, también concurre a no “ir por más” una cultura que subyace, “no proporcionarle a los cultivos forrajeros, la misma atención que a los agrícolas”.
Estos descuidos imposibilitan que se logre todo el potencial que poseen las muy buenas variedades existentes en el mercado. Recorriendo diferentes zonas del país, es frecuente encontrarse con alfalfares que acusan falencias que con la información disponible, no deberían subsistir. Vale la pena repasar algunas de las desatenciones que suelen incurrir ganaderos y tamberos.
. SEMILLA: Sin duda alguna un buen alfalfar comienza con la elección correcta de la simiente. Como primera medida se debe escoger el grupo de latencia más apto al tipo de explotación y latitud geográfica. (Esta premisa normalmente se cumple). Inmediatamente corresponde decidir el cultivar a sembrar. En ese aspecto el menú es amplio, con interesantes alternativas, que no siempre son correctamente evaluadas por el comprador. Sobre el particular hay dos factores que tienen incidencia preferencial: El “nombre” del importador (que generalmente no es el creador. Este puede ser una empresa líder en la genética de híbridos, pero ese antecedente no garantiza el mejor comportamiento del material forrajero). El otro se relaciona con el precio, atenerse a ello suele revitalizar el viejo refrán “lo barato sale caro” . Lo ideal es tener muy presentes las características del material y, cotejarlo con la composición del suelo, condiciones climáticas preponderantes en la zona, etc. Es fundamental conocer el nivel de tolerancia a insectos y enfermedades que las distintas variedades presentan, así mismo deben tenerse en cuenta otras peculiaridades tales como; relación hoja-tallo, persistencia, etc. Además de las sugerencias que pueda aportarle su asesor de confianza, sería útil que el productor recurriera a los ensayos de cultivares realizados por el INTA o la Cámara de Semilleristas de la Bolsa de Buenos Aires. Poder germinativo: Aún cuando la simiente haya sido adquirida a un proveedor confiable, este paso no debe obviarse, puesto que al tratarse de cuerpos vivos, las semillas pueden experimentar alteraciones, éstas pueden ser por distintas causas; naturales, de almacenaje, etc. Pureza físico-botánica: Cuando se trata de catgegoria fiscalizada el semillero multiplicador es responsable que ésta se ajuste a las tolerancias máximas y exigencias mínimas establecidas por el INASE; pero no toda la semilla utilizada reviste tal categoría, algunos lo hacen con producción propia o, común pese a la obligatoriedad de fiscalización existente para la alfalfa, lo cierto es que hay mercadería que se adquiere clandestinamente y, por lo tanto el comprador queda totalmente desprotegido. Esto puede ser muy grave, teniendo en cuenta los estragos que causan en el cultivo las plagas nacionales: (cuscuta, abrepuño, etc.)
• TRATAMIENTO DE SEMILLA: La ausencia de rizobios naturales o su baja eficiencia y la presencia de hongos que atacan a la plántula en sus primeros estadíos son razones suficientes para tratar la semilla de alfalfa con inoculantes y fungicidas. Esta técnica es de bajo costo y gran ayuda en la implantación. Dicha práctica debe realizarse previo a la siembra, o en su defecto emplear semillas peleteadas
• IMPLANTACION: Una alfalfa bien implantada se considera logrando un stand de 100 plantas por metro cuadrado, libre de malezas, al primer pastoreo. Ello no se consigue únicamente adecuando la densidad de siembra. Se deben tener en cuenta otros factores, como por ejemplo: Preparación del lote, lo que debe empezar con un terreno libre de malezas perennes o de dificultoso control pos implantación. Reviste gran importancia conseguir una correcta cama de siembra, factor que se alcanza mediante labores mecánicas o en SD vía barbecho químico. Es fundamental la acumulación de agua en el perfil, habida cuenta que al tratarse de una siembra superficial y demorado desarrollo radicular, no tiene mayor incidencia la humedad en profundidad. La siembra debe realizarse mediante implementos que asegure la simiente en contacto con la humedad del suelo. Un déficit que se aprecia con alguna frecuencia es el de enterrar la semilla en demasía, la profundidad adecuada es entre 1 cm. y 1,5 cm.
• CUIDADO DEL CULTIVO: Lograr una buena pastura de alfalfa no es tarea sencilla y, el éxito puede estar condicionado por distintos factores; a sabiendas de dichos contratiempos no se entiende demasiado como una vez implantado, no se atiende el cultivo como corresponde. Suelen observarse alfalfares enmalezados al que no se le efectúan los tratamientos correspondientes, la excusa pasa por el costo que ello insume, pero lo que no tienen en cuenta es que se pierde mucho más obviando la pulverización. En ocasiones los trabajos se realizan, pero más por venganza que por solución, ya que en definitiva se gasta lo mismo o más, con el agravante de que parte del daño es irreparable, además de haber retrasado el pastoreo y reducido las porciones. Cuando de plagas animales se trata los efectos son devastadores, no combatir los insectos o hacerlo fuera de término ocasiona directamente resignar muchos litros de leche y/o kilos de carne, cuando no además, la vida de la pradera.
Se podrían dar varios ejemplos más con tecnología costo cero, tal como efectuar pastoreos adecuados, aprovechamiento integral de reservas, (fardos, rollos, silos), empero con lo expuesto el productor tiene frente a si elementos elocuentes como para reflexionar al respecto.