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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoEN LA LECHERÍA ARGENTINA TODOS ESTÁN MUY CANSADOS
16/may/2014

La falta de precio, las trabas a la exportación, las demoras en los trámites, la presión de los precios cuidados, todo se combina en un escenario de pesadillas constantes, que revelan la verdad de una década de oportunidades que se dejó pasar en la ensoñación de un relato ficticio. Una cadena productiva agobiada ya no tiene espacio para respirar profundo.

Por: Elida Thiery

Como un sueño repetitivo, pero tanto más como la realidad que nunca se resuelve, la lechería quiere despertar hacia sus oportunidades, dejando atrás el enredo de las sábanas de una década turbulenta, larga como una noche de pesadillas.

Sin poder destinar el tiempo al sueño absoluto, productores, industriales, todos los que se involucran en esta cadena comercial deben seguir día a día trabajando, con el agobio del cansancio, del hastío de la falta de aciertos políticos, no sólo por desconocimiento, sino por obstinación contra el sector.

Decir que están todos cansados no es un modismo, no queda en una expresión, sino que se ve en todos los aspectos. Lejos de la energía de años anteriores en los que las complicaciones siempre eran motivos de protesta para la producción, que las trabas comerciales llevaban de inmediato a los empresarios a gestionar ante el Gobierno, ahora hasta los funcionarios se entregan a un destino que tendrá, al menos, un año y medio de espera para poder palpar cambios concretos.

Es posible que las calles del nuevo predio de Mercoláctea sean un ejemplo de esto. Sólo con público específico, con la presencia de aquellos que fueron en busca de capacitaciones, de formaciones muy particulares, o de maquinaria aplicable al tambo.

La constante ausencia de empresas lácteas habla del hartazgo ante la apuesta constante. Puede que los funcionarios de las provincias o la Nación no tengan la capacidad de verlo, pero desde este piso se podría dar un impulso conjunto.

Los tamberos participan muy poco de asambleas, de encuentros, no hay energía para protestar ni por lo más mínimo. Mientras la faltante de leche, originada por el clima adverso (en nuestra región las inundaciones se llevaron lejos a muchos tambos o directamente los hicieron desaparecer) entre lluvias y mucho calor, hace que algunos centavos se vayan sumando con el correr de los meses a las liquidaciones. La promesa es de tres pesos para la leche de mayo. Aunque sigue quedando demorado el alcance del costo productivo.

Desde la sala de ordeño se espera que pasen los días y entre esas dos visitas al tambo pareciera que los meses se van más ágilmente, sin embargo el deterioro es cuestión de repaso inflacionario. Dólar devaluado, ajustes constantes de precios hacen que se afecte la productividad, aunque no se quiera eso así.

Mientras la Mesa Nacional de Productores de Leche hace sus intentos de ser escuchada, en la contraposición desde 2008 con los tamberos K, ahora son ellos los que se unen a un reclamo más concreto. Parece que las entidades ligadas al Gobierno, que siempre apostaron a un diálogo que no les dieron jamás, o si se los concedieron, no obtuvieron soluciones, ahora enardecen sus voces, quieren apurar las respuestas y se pliegan al pedido de ayudas para tamberos en crisis.

De todos modos, camino a los tres pesos por litro, todo se toma con más calma.

No está demás recordar que con junio debería comenzar a regir el sistema de liquidación única. A olvidarse de esta medida por el momento, con lo cual el Subsecretario de Lechería no puede coronar este logro. La economía no da para nuevas inversiones, productores e industrias tienen hoy problemas más urgentes como por ejemplo las trabas a las exportaciones.

RECORTE

Pensar que a principios de enero el Gobierno Nacional planteaba la obligación de crecer al nueve por ciento, una cifra que desconoce la lechería desde hace años, más aún si se sabe que hoy producimos igual o menos aún que hace una década. El pedido se situaba en las ansias recaudadoras, previas a la devaluación y a otros movimientos de poder dentro del Gabinete.

Jorge Videla, renunciado y reasumido en la Subsecretaría ya no consigue el eco suficiente en la Secretaría de Comercio Interior y desde allí lo superan con decisiones desacertadas y que lo exponen como nunca ante amigos, empresarios y aleccionados de otros tiempos. Dicen que es el segundo de Augusto Costa, Ariel Langer, quien le bajó el pulgar a la expedición de permisos de exportación lácteos, porque si, como siempre. Ya sin poder, sin gestión, Videla sólo se dedica a pedir disculpas, como se lo expresara esta semana, personalmente a la mesa chica de una de las empresas rafaelinas, de capitales extranjeros.

Víctima del propio sistema que defendió, esclavo de aquella negación de trabas a la exportación, el Subsecretario también está agobiado.

Cuando el mercado interno empuja, porque suben los precios, porque no pueden salir del país muchos productos, se empieza a atosigar al consumo y entonces, vuelven a sumar a otro grupo a esta fase de cansancio. Los consumidores pagan más, por todos los lácteos, incluso los de menor calidad, estando muy expuestas las PyMEs, en competencia inequitativa con las más grandes.

En el agotamiento empezaron los lobbys y pedidos directos de audiencias con la presidente de la Nación.

En el centro-oeste de Santa Fe habría firmas que aguardan Roel desde febrero, unas diez mil toneladas de queso listos que esperan su salida.

Se perdió la oportunidad de venta a 4.700 dólares la tonelada de leche en polvo y ahora las negociaciones se hacen por 500 menos. Se ponen viejos los productos, luego de los 45 días y lo que se manifiesta que en lo que más se pierde es en el plano de la confianza con los clientes, que ya no creen en los plazos de entrega, a pesar de tener papeles en mano que lo acrediten.

Así La Serenísima en un trimestre acusaría 160 millones de pérdidas en el primer trimestre de este año, en tanto pareciera que SanCor en ocho meses estaría cerca de los 96 millones de pesos de pasivo, todo a causa de complicaciones en las ventas, del comercio en sí.

La reciente noticia de autorización de 33 plantas argentinas para destinar producción a China llega tarde, para intentar tapar un error del Senasa, que mandó tarde el papelerío y así dejó una semana en ascuas a las empresas que tienen vínculos bien situados para seguir creciendo en el mercado más prometedor, eso sí, siempre y cuando el Gobierno abra los ojos y las fronteras.

Claramente, productores, industriales, traders, e incluso funcionarios se ven cansados, agotados por la repetición de una historia negativa y sinsentido que devela a muchos y a otros los sume en la pesadilla de la frustración, a pesar del trabajo.

Hay que dejar de soñar con una lechería mejor, hay que seguir tratando de hacerla posible, porque en el intento está la oportunidad; y aunque larga la espera, a lo lejos se alcanzará la meta.

Fuente: LA OPINION (Rafaela)

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