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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoPaises asiaticos ricos, se apropian de tierras de pobre naciones africanas
06/nov/2023

A las subdesarrolladas economías africanas no le quedan muchas opciones, esto es así por la carencia de recursos de sus Estados para poner en marcha programas productivos trascendentales, que permitan explotar tierras circunstancialmente ociosas o sub-productivas. Razón por la cual lo más grave no es la extranjerización, sino el precio vil y/o condiciones leoninas, que al menos se habría acordado en operaciones del pasado reciente.

La demanda de alimentos para los próximos cuarenta años es una preocupación de gran significación en muchos países del mundo; el crecimiento demográfico de la población, los mayores requerimientos en la materia, especialmente de los países asiáticos, la competencia ya instalada por la utilización de cultivos para la formulación de biocombustibles, sumado a la escasa disponibilidad en el mundo de nuevas tierras cultivables para incorporar a la agricultura, constituyen un escenario que hace reflexionar a mandatarios, funcionarios de áreas correspondientes y organizaciones internacionales. En tal sentido organismos como la FAO están abocados a planificar acciones asociadas para anteponerse a las necesidades, también hay gobiernos que por las suyas, están instrumentando estrategias para evitar que sus pueblos padezcan la falta de sustento.

Un caso palpable es el del reino de Arabia Saudita, una potencia económica, pero totalmente dependiente en la producción alimentaria. Conscientes de sus fortalezas pero también de sus limitaciones, las autoridades competentes de la máxima reserva petrolera del planeta, ya están ejecutando las medidas para coronar exitosamente sus planes. A tal efecto han desembarcado en varios países africanos con el propósito de obtener la materia prima, que le permitirá garantizar a los saudíes sus requerimientos alimentarios futuros. En la misma dirección está actuando Corea del Sur, operando con tal propósito en el continente negro.

Las inversiones se están concretando a través de empresas privadas, con el objetivo de exportar la totalidad de la producción a sus países de origen, donde se elaboraran los productos conforme a hábitos y particularidades de la ingesta de cada Estado.

Las transacciones pactadas hasta el presente revelan la supremacía negociadora de los capitalistas asiáticos, al punto tal que altos referentes de la FAO, como el director Jacques Diouf, sostienen que los alquileres celebrados constituyen una verdadera incautación de tierras cultivables, dando lugar a la a una especie de neocolonialismo. Dicha aseveración surge como consecuencia de que los africanos están cediendo enormes superficie de tierras cultivables, a cambio de retribuciones irrisorias, al punto que el mayor “beneficio” que obtendrían los africanos, serían las indefinidas promesas de puestos de trabajo que la actividad agrícola requeriría, además de la indispensable infraestructura que será preciso construir.

Los que justifican los acuerdos formalizados, arguyen que éstos contratos contribuyen al desarrollo de los pobres países africanos participantes, ellos son; Etiopía, Sudán, Ghana, Madagascar y Mali, los que en conjunto suman una superficie de 2.500.000 hectáreas sometidas a arriendo, en operaciones concertadas en el último lustro.



Si bien lo mencionado es llamativo ya sea por la extensión comprendida, como por las particularidades contractuales, el mayor impacto los constituye la escalada de compras de tierras africanas aptas para cultivar. Naciones ricas y grandes compañías están adquiriendo cuantiosas superficies, cuyo propósito va de la explotación agrícola, principalmente para la producción de alimentos, pero también para la obtención de biocombustibles. Un informe elaborado por una consultora de Johannesburgo, Sudáfrica, da cuenta que existe un mercado potencial que abarcaría 360.000 Km2, (una superficie semejante a la de Alemania), razón por la cual están en juego decenas de billones de dólares.

Tal como están las cosas, a las subdesarrolladas economías africanas no le quedan muchas opciones, esto es así por la carencia de recursos de sus Estados para poner en marcha programas productivos trascendentales, que permitan explotar tierras circunstancialmente ociosas o sub-productivas. Razón por la cual lo más grave no es la extranjerización, sino el precio vil y/o condiciones leoninas, que al menos se habría acordado en operaciones del pasado reciente.

A los efectos de interpretar lo que está sucediendo al respecto, es valido detenerse a reflexionar, sobre un párrafo del informe publicado en abril de 2009, por la ONG alemana “ Welt Hunger Hilfe”, el que textualmente expresa “Los Estados que son dependiente de las importaciones de alimentos, en particular, están cediendo cada vez más tierra a los inversionistas extranjeros mientras que no logran garantizar que las condiciones acordadas mejoren la calidad de vida y la seguridad alimentaria de sus poblaciones. Las inversiones agrícolas raramente se hacen de manera que ofrezcan a las poblaciones locales una división real de las ganancias” En otro pasaje el mismo dossier advierte, sobre la evidencia los riesgos de la corrupción al más alto nivel.

También resulta útil considerar las reflexiones del presidente de la Federación Internacional de los Productores Agrícolas “IFAP”, (Entidad fundada en 1946, que representa a 600.000.000 millones de agricultores de pequeña escala, un tercio de los productores de alimentos de todo el mundo.) Ajay Vashee (Zambia), expresó: “Frente al aumento demográfico, si no acrecentamos la producción global de alimentos, podemos prever otra crisis, tal vez en un par de años”. Para agregar en otro pasaje: “No estamos en contra de estos negocios, ya que ellos implican grandes inversiones para el desarrollo de la infraestructura agrícola, además de aumentar la producción global de alimentos, pero también hay que reconocer que en la mayoría de los países en desarrollo, como los africanos, la mayoría de los pequeños agricultores ocupan las tierras en base a derechos consuetudinarios y se enfrentan a ser desalojados forzosamente de sus tierras”,

Lo que hasta hace poco tiempo era prácticamente una resignación generalizada está comenzando a producir reacciones. Asociaciones de productores agropecuarios del río Tana, en Kenya, han planteado una decidida protesta, al percatarse que el gobierno de ese país, proyectaba alquilar buena parte de esas fértiles tierras costeras al Estado de Qatar. En ese caso, la intención de las autoridades carece de sensatez, habida cuenta que Kenya padece una seria escasez de alimentos, los que actualmente registran precios internos muy elevados, consecuencia de estar atravesando el tercer año consecutivo de sequía. Para los ruralistas kenyos, un convenio de tales características, conlleva el desalojo de 150,000 familias locales, de las comunidades agrícolas y ganaderas establecidas en esas tierras, que es parte del humedal más grande de Kenya.

Los mozambiqueños también dispusieron un plan de lucha, mediante el cual resistieron el arribo de miles de campesinos chinos, que en este caso eran la contraparte de tierras concesionadas. Los inversores chinos también recalaron en Malawi, obteniendo una concesión de tierras, que eran usadas por los locales para la agricultura, para construir una planta de elaboración del algodón. Si bien en principio los productores locales parecían convalidar el arreglo, tras verificar la experiencia ocurrida antes en Zambia, modificaron su postura, dado que el emprendimiento chino, se limitaba a generar trabajo para sus propios empleados, naturales de los pagos de Mao-Tse-Thun.

En Sudan hay otra realidad, ese país cuenta con 84.000.000 de hectáreas de tierras cultivables, de ellas, escasamente el 20% es actualmente aprovechado, tal situación ha derivado en la celebración de 75 convenios que totalizan 3,5 billones de dólares en los últimos 8 años. Aproximadamente 930 millones de esos dólares ya han sido invertidos. Las naciones capitalistas allí son; Arabia Saudíta Emiratos Arabes Unidos, Kuwait,, Jordania, Egipto, China y la India.

En Madagascar las implicancias de los diferendos llegaron a mayores, La empresa coreana Daewoo tenía el propósito de arrendar 1.300.000 hectáreas destinadas a plantar palma y maíz. La resistencia de sectores locales, resultó determinante para que a la postre a principios de este año, se produjera la caída del gobierno nacional de ese país.

Analistas africanos, conocedores de las restricciones de su continente, no ven con malos ojos el proceso de transferencia de tierras por si, lo que cuestionan son las condiciones en que se están consumando las negociaciones. Ellos no desconocen que sería positiva la implementación de metodologías que favorezca en esos territorios la producción agro-industrial, lo que contribuiría al aprovechamiento de las tierras sub explotadas, contribuyendo al incremento de la producción mundial de alimentos, comenzando por la de su propio continente, el más castigado por la hambruna, que azota a varios pueblos de la región. También lucubran que convenios equilibrados, proporcionarían a las naciones pobres recursos monetarios, de los que están tan urgidas.

Los africanos tienen ante sí el desafío de superar el flagelo de la desesperación que genera la miseria en la que están sumidos; ellos saben de sobra las debilidades que los condicionan, pero para no perder de antemano por obligación, deben conscientizarse que varios países importadores de alimentos opimos en recursos económicos, tales como los petroleros del Golfo Pérsico, carecen de tierra y agua, restricciones que potenciarán sin duda en los años venideros, por lo que los conmina a buscar soluciones en otras latitudes. Justamente las distintas realidades, son las que marcan la necesidad, a unos y otros, de buscar la complementación de recursos de distinta índole.

Reedición de columna publicada en 2009










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