Cuando Cristina ganó la elección del 2007, sacándole 20 puntos a su inmediata perseguidora, pensé que no teníamos cura. Ya entonces eran visibles las barbaridades que esta gente hacía: pasaba por encima de las instituciones de la república, limitaba el federalismo, compraba dirigentes con la chequera nacional, cerraba arbitrariamente las exportaciones, interfería en la cadena comercial, mentía con los índices, aumentaba el gasto sin control, etc. etc. etc. ¡Y ganó en nuestros pueblos!. Teníamos la panza llena. Los buenos precios y los buenos rindes nos tenían encandilados. Muchos votaron mal, o no votaron. Nuestra indiferencia les dio el triunfo.

Pero no hay mal que por bien no venga. Fueron tan torpes que llevaron a la sociedad a un estado de crispación que se los está llevando puestos, en un proceso cuya dinámica es cada vez más acelerada.

Y ahora tenemos la oportunidad de forjar un nuevo orden, muchos más prolijo y previsible, con una revalorización de la república y de sus instituciones, con gobiernos sin mayorías absolutas, con gente que deberá estar más dispuesta a escuchar que a hablar, con parlamentos que representen a una sociedad predispuesta al debate sincero. Escucharnos, comprendernos, confiar en el otro, tener buena fe, ser solidarios.

Pero nada es gratis. Las cosas no se consiguen sino con esfuerzo y compromiso. No es cierto que Argentina esté condenada inexorablemente al éxito. Argentina será lo que nosotros queramos que sea. De nosotros depende. Un abrazo

* Productor Agropecuario, Ex Intendente de Realicó (La Pampa)