Al cumplirse el tercer día de una nueva protesta agraria, se advierte en la misma características distintas a las desarrolladas durante el conflicto que se prolongó entre el 12 de marzo hasta el 17 de julio. Ello es comprensible habida cuenta que el escenario es totalmente diferente, pese a que las razones del profundo malestar imperante son inclusive precedentes al dictado de la resolución 125, naturalmente al haber un contexto disímil, el reclamo contempla nuevos matices, otras metodologías y se adecua dentro de la coyuntura.

La determinación de volver al paro la dispuso la Comisión del Enlace, tras evaluar la infructuosa reunión con el Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Ing. Carlos Cheppi, y el Presidente de la ONCCA, Lic. Ricardo Echegaray. En la ocasión, la dirigencia ruralista insistió en sus demandas y, formuló propuestas concretas tendientes a solucionar la delicada situación por la que transitan las distintas producciones. Partiendo de la base de la falta de señales oficiales y teniendo en cuente lo peticionado por las bases en las distintas asambleas organizadas por las entidades, como así también el manifiesto de los autoconvocados.

Como fue ampliamente explicitado, lo resuelto por la cúpula de las cuatro entidades consiste en: “Cese de comercialización de granos con destino a industria y exportación, y de ganado vacuno en pie”, haciendo la salvedad que se exceptúa la hacienda proveniente de zonas afectadas por la sequía, como así también los productos perecederos. La propia Comisión de Enlace se encargó de regular el énfasis de la medida de fuerza, sugiriendo la normal prosecución de eventos programados con antelación (exposiciones rurales, ferias, remates de cabañas, etc.)

Desde el gobierno sus voceros han salido a neutralizar el paro con distintos estilos; el diputado Carlos Kunkel fiel a su estilo provocativo, recurrió una vez más en exabruptos, en tanto Carlos Cheppi prefirió mostrarse “sorprendido” por la medida de fuerza, apelando a su disposición de recurrir al diálogo, a la vez de de esmerarse en hacer aparecer al paro como una acción de trasfondo político, resalta que desde la SAGPyA se está trabajando para solucionar problemas pendientes, al tiempo de señalar que el paro es contraproducente, en el marco de la crisis financiera internacional.

Cheppi no es de Urquiza, ningún dirigente ruralista pone en tela de juicio su solvencia técnica, ni tampoco le reprochan voluntad para encontrar correcciones, pero al mismo tiempo son conscientes que el Secretario de Agricultura no dispone del margen de maniobra necesario, ni ostenta la decisión política indispensable para resolver situaciones que conoce, pero no cuentan con la aquiescencia de Balcarce 50 u Olivos para solventarlas.

La pesada historia del conflicto, más la escasa sintonía que la presidenta tiene para con el sector más dinámico de la economía, resultan limitantes muy importantes para el desempeño de un funcionario, que además se encuentra recortado en sus facultades por el excesivo protagonismo otorgado a la ONCCA y, las ingerencias consentidas al Secretario de Comercio interior. Cheppi pide más tiempo, justamente lo que al campo se le está agotando.

En el gobierno no se terminó de hacer la lectura del resultado del conflicto, los costos que éste les deparó y el traspié en el senado no logran ser digeridos; en consecuencia se persiste en los errores y por ende el problema sigue latente, con la diferencia que ahora está agravado ya que sus aristas más importantes, además de revestir tal condición, son actualmente de urgente resolución.

La situación de la ganadería se ha tornado irresistible; el panorama en la lechería no difiere demasiado, la intervención de Guillermo Moreno ha derivado en que el mercado interno sea monopolizado por dos grandes firmas, más la paulatina desaparición de tambos chicos; la abrupta caída de los precios internacionales y la realidad de las economías regionales constituyen imperativos que no admiten postergaciones.

Con buen tino la Comisión de Enlace desestimó el corte de rutas, circunscribiendo las actividades a la organización de tractorazos y movilizaciones en el interior. Todas las expectativas de la dirigencia agropecuaria están puestas en concentración que tendrá lugar el miércoles 8, allí se espera una afluencia multitudinaria para escuchar los discursos de los presidente de las cuatro entidades, para llevarla a cabo el punto elegido fue San Pedro, un lugar emblemático de la gesta de los 120 días, que además esta ubicado a distancia relativamente corta de la Capital Federal, donde una vez finalizado el acto, parte de la concurrencia acompañará a sus dirigentes en el abrazo que se le hará al Congreso de la Nación, donde también convergerán organizaciones de movimientos sociales como la Corriente Clasista y Combativa “CCC” y la fracción disidente de la Federación de Tierra y Vivienda “FTV”

Que el gobierno no haya atendido los reclamos del campo, no quiere decir que repitan la táctica de confrontación a ultranza desarrollada en el otoño, todo hace suponer y, así lo indican los trascendidos, que a la brevedad se harán anuncios unilaterales concediendo mejoras para el sector. Sobre el particular, se especula con la fijación de reducciones en las retenciones al trigo y al maíz, (las que para ser realmente efectivas deberían estar acompañadas con la apertura del registro de exportaciones, actualmente cerrado para ambos cereales) Se menciona que podrían comunicarse incentivos para la carne y la lechería (presuntamente vía subsidios), asistencia a los productores de las zonas más afectadas por la sequía y, la implementación de créditos blandos a través del Banco de la Nación orientados a las economías regionales.

Evidentemente uno de los logros principales que dejó los 4 meses de lucha radicó en el espaldarazo de la población, hoy a los sectores no vinculados con el campo no les resulta fácil entender una nueva protesta; recobrar ese apoyo es vital y así lo consideran los referentes agrarios, razón por la cual para lograr tal objetivo dedicaron las primeras jornadas recorriendo el país. El mensaje consiste en explicar que de no operarse los cambios necesarios, además de de los perjuicios al campo se complica el destino de la población urbana.

La comprensión en el interior no aparece como un obstáculo, refrescando los conceptos no será difícil que los pueblos de tierra adentro se adhieran a la protesta. En las grandes ciudades, fundamentalmente en Capital y el Gran Buenos Aires es donde la dirigencia agropecuaria tendrá que acertar con una adecuada campaña de esclarecimiento y concientización. No solamente hay desconocimiento en la opinión pública, comentarios vertidos por algunos periodistas dejan la sensación de no percibir las razones de tanto descontento.

La tarea de la Comisión de Enlace no se vislumbra como fácil, si bien cuentan con la anuencia de las bases, las que en definitiva fueron determinantes para el armado de un plan de lucha, el interrogante se instala otra vez en los autoconvocados, no por omisión sino por exceso de acción. En lo inmediato seguramente no se producirán desbordes, pero el riesgo puede acentuarse con el correr del tiempo; ya que nada hace prever que las soluciones lleguen pronto.

Nadie desconoce que el rol ejercido por los autoconvocados entre marzo y julio fue muy importante, igualmente no corresponde minimizar el que podrán desempeñar en esta nueva instancia. Pero tampoco se puede soslayar que su falta de organicidad es proclive a incurrir actos contraproducentes. Lo ideal habría sido que tras el voto de Cobos, esta militancia se hubiera insertado en las distintas asociaciones de primer grado, conforme a la mayor afinidad de cada uno y, así haberse involucrado en el gremialismo organizado. Hasta ahora ello no ocurrió, ni tampoco hay señales en esa dirección.

El 22 del mes pasado en Monte Maíz, Córdoba, tuvo lugar la Convención Nacional de de Asambleas de Productores Autoconvocados, si bien la mayoría de los puntos consensuados no se contraponen con los postulados de las entidades agropecuarias, ni cuestionan a la Comisión de Enlace, vale la pena mencionar lo dispuesto en el punto 3º de lo que dieron en llamar los Objetivos de Lucha, que textualmente expresa: “Paro Nacional Agropecuario, con presencia en rutas y desabastecimiento a Buenos Aires” Si esto se concretara mínimamente, con seguridad que el sector se granjearía el rechazo popular.

Las razones de la protesta son plenamente justificadas y, no da la sensación que las medidas que implemente el poder den respuestas satisfactorias, en virtud de ello la instalación del problema en toda su magnitud y, las advertencias sobre las implicancias que acarreará su falta solución, deben ser un aspecto fundamental de la estrategia ruralista, esta no puede descuidar tal premisa, si pretende sumar a la protesta, el acompañamiento de otros sectores que no pertenezcan al campo.

Lo que nadie ignora es que este nuevo capitulo del conflicto se desarrolla en un escenario totalmente distinto, la puja por la derogación de la 125 se desplegó con los precios agrícolas en el pináculo, ahora la contienda tendrá como marco, caídas entre el 20% y el 40%, según producto y momento de comparación. Entonces, las alícuotas incrementadas significaban un despojo, pero dado su alta cotización alguna rentabilidad mínima permitía lograr, ahora con las cargas impositivas en vigencia la mayoría de los rubros no vislumbran ganancias, salvo casos excepcionales en grandes productores merced a escala.

El tembladeral financiero internacional esta en ebullición, siendo imposible predecir en que punto se van a estabilizar los mercados, o en que banda van a fluctuar. Esto complica a la producción agropecuaria como a los demás actores económicos y, por supuesto, pone al gobierno en un brete de difícil solución, cuando en virtud de sus compromisos de deuda externa, más necesita de los recursos, estos se reducirán considerablemente.

En consecuencia el panorama no puede ser más sombrío. En razón de ello los argentinos no podemos malgastar el tiempo en confrontaciones estériles, la situación es muy seria como para que el gobierno y el sector más importante y dinámico de la economía nacional estén enfrentados. Aunque suene utópico, la sensatez indica que es menester abocarse ya a consensuar una salida posible; el gobierno no puede desconocer el aporte que hace el campo ni la legitimidad de los reclamos, este a su vez deberá asumir que en la emergencia no será posible alcanzar todas las reivindicaciones planteadas.