

UNA NUEVA “RURALIDAD” (¿?)
01/oct/2011
Trigo, carne, leche, forestación, por citar sólo algunos de los rubros en los que ahora se produce menor cantidad que entonces, a pesar de los avances técnicos que se operaron en estos años.
Por: Susana Merlo
No se sabe si es por la aceleración de la campaña política o porque tras 8 años y medio de gobierno algunos proyectos oficiales comenzaron finalmente a “madurar”, pero lo cierto es que con bastante sorpresa, y en varios casos no poco desconcierto, se asiste a una andanada de propuestas oficiales con contenidos dudosos y ambigüedades sorprendentes.
En medio de todo esto surgen afirmaciones rimbombantes pero carentes de asidero como “transformar a la Argentina en un líder agroalimentario mundial”, cosa que el país ya era, al menos hasta el 2000. Más vale el planteo debe ser, como retomar la senda virtuosa del crecimiento agroindustrial que tuvo durante buena parte del siglo XX y, que por diversas razones, se abandonó en la última década.
Casos concretos: trigo, carne, leche, forestación, por citar sólo algunos de los rubros en los que ahora se produce menor cantidad que entonces, a pesar de los avances técnicos que se operaron en estos años.
Y en ese esquema, en el que se inscribe también el proyecto contra la “extranjerización de la tierra” o el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA), que luego adoptaron otros nombres mucho más complejos y confusos y hasta cambiaron el alcance (en este último caso comenzó con un planteo de metas hasta el 2016, ahora ya es para el 2020, y tal vez, en algunas semanas llegue hasta el 2030), surge un extraño concepto tan poco explicado como el resto de los planteos: “la nueva ruralidad”.
Difícil percibir a que se refieren. ¿A lo rural? ¿Desde dónde? ¿Cómo?...
Lo más sorprendente de estos planteos oficiales es que aparecen como si el Gobierno recién se iniciara, como si fuera la propuesta que van a desarrollar, como si no hubiera referencias previas y hasta resultados concretos e inocultables que muestran una política que, al menos hasta ahora, fue exactamente en contra de lo que declama.
Ni una sola alusión a algún error en casi una década o alguna palabra respecto de lo que se debería corregir.
¿Cómo creer que de verdad se denuesta al “yuyo” y a quienes lo producen, si cada vez se genera más dependencia de la reina de las oleaginosas, la soja?
¿Cómo se puede plantear con alguna seriedad que el crecimiento agroindustrial argentino se sustentará en la “inserción externa”, cuando cada vez se restringen más las exportaciones?
¿Cómo se puede sostener sin ruborizarse que el objetivo son más ciudades “rurales” intermedias, cuando se siguen cerrando tambos, se está pagando garantía horaria para los frigoríficos que no se pueden sostener, los feed lots apenas salieron de su mínimo de ocupación histórico que fue en enero pasado, y así sucesivamente, mientras otra vez, desde “el campo”, se acentúa el éxodo hacia las urbes mayores?
Que decir de la falta de infraestructura y el abandono de caminos, vías navegables, comunicaciones, falta de energía (luz, gas y combustible), etc., que prácticamente hacen imposible vivir en las zonas rurales, a riesgo de convertirse en ciudadanos de tercera.
¿Se puede decir que se va a “impulsar la producción con más productores” cuando viene ocurriendo lo contrario y se asiste a una de las mayores concentraciones que se hayan visto ya que los únicos que pueden aguantar son los más grandes?
¿Se está hablando de lo mismo? ¿Es el mismo país?
¿Qué hace que haya semejante diferencia de visión? ¿Dónde viven los funcionarios que sostienen estas cosas? ¿O son como los técnicos de fútbol magistrales que hacen jugadas de pizarrón que nunca se llegan a ver en la cancha?
Lo cierto es que la Argentina rural, siempre se caracterizó por una gran capacidad de trabajo y de innovación. Fue espejo para la producción de muchos países durante décadas.
El riesgo y las inversiones fueron moneda constante, y cuando los gobiernos contribuyeron con estabilidad normas claras, y sin entorpecer, la realidad es que la Argentina agroindustrial dio saltos productivos sorprendentes (y envidiables).
No hace falta un “plan”, ni propuestas sesudas, ni funcionarios providenciales. No hace falta nada, excepto, que efectivamente el Gobierno quiera que se produzca más y permita hacerlo.
Con eso, la “ruralidad” volvería a gozar de muy buena salud.
Fuente: Campo.2