Marca K: la plaga que ataca a la agricultura
06/sep/2020
Hoy hemos decidido revisar breves historias de la agricultura, signadas por luchas, reclamos, sacrificios, injusticias y atropellos.
Por Luis María Serroels (*)
Su escasa inventiva para redondear frases que se suponen oportunas, sea tal vez el punto más débil de su desorientada acción presidencial. Afirmar que “en pandemia no se critica con manifestaciones”, quizás amerite un necesario retruque, en el sentido de que menos oportuno e inaceptable haya sido (en la misma pandemia) la maliciosa jugada urdida en la Cámara Alta por la titular del alto cuerpo.
Se trata de estampar en la cara de la justicia una sonora cachetada, con vistas a darles modificaciones con el talle justo para que Cristina Fernández sea absuelta sin siquiera ser juzgada. Se habla de graves delitos cuyos artículos los fiscales y jueces conocen a fondo, tanto como la propia encausada, una exitosa abogada. Se está frente a la vicepresidenta que subroga al primer magistrado, sin haber rendido cuentas jamás por los tomos sagrados del Código Penal. Nuestras reflexiones siempre resultan útiles en tiempos de crisis política, sellada por la otra epidemia, la que derrama virus contra la decencia moral. Es peligroso tener una especie de Congreso de Ocupación que haga y deshaga al servicio de la corrupción.
Quien desee revisar un reportaje realizado hace unos años por Jorge Rial a Sergio Massa, donde explicaba su alejamiento irrevocable del kircherismo “por convicción” decorado con un rosario de descalificaciones de todo color, no podrá creer que se trate del mismo personaje que hoy presida la Cámara de Diputados bajo las órdenes de trastienda de Cristina Fernández.
Pero hoy nos atraen otras cosas mucho más gratas, con bendiciones sembradas del trabajo incansable de los productores del campo. Por razón de rutina editorial, nos anticipamos a abordar una cuestión superlativa cuya fecha está marcada el 8 de setiembre como el Día del Agricultor. Trabajando con o sin Covid-19, porque el milagro de la semilla es riqueza que, a veces, los políticos no advierten en su justa trascendencia. El jugo del esfuerzo cotidiano que abre surcos, ha sido a veces desvalorizado y justipreciado por ciertas castas al momento de su retribución.
Hoy hemos decidido revisar breves historias de la agricultura, signadas por luchas, reclamos, sacrificios, injusticias y atropellos.
Decíamos que el 8 de diciembre de 1856 se fundó la primera colonia agrícola argentina que se llamó Esperanza, en la provincia de Santa Fe. De allí quedó sellada esta jornada. El 28 de agosto de 1944 y por Decreto Nº 23.317, el gobierno argentino instituyó el Día del Agricultor. Se “rinde así homenaje a todos los productores agropecuarios del país, que con su trabajo y su esfuerzo construyen la grandeza de nuestra patria y tiene en la agricultura una de sus principales fuentes de desarrollo”. Fueron 1.162 suizos en cuya parcela brotó el milagro. El 8 de setiembre de 1910, en la Plaza San Martín de Esperanza, se inauguró el Monumento a la Agricultura Nacional.
Un episodio aún fresco que movilizó a todo el país, fue cuando el 10 de marzo de 2008 se dictó la Resolución 125 vinculada con la aplicación de retenciones al agro, nula en tanto debía ser mediante una ley. El intento por la vía del Congreso volvió a fracasar por el voto no positivo del presidente del titular del Senado, Julio Cobos, en la madrugada del 17 de julio de 2008.
Pero es importante recordar lo que se llamó El Grito de Alcorta, que, si bien no modificó sustancialmente la estructura agraria, abrió las puertas a las organizaciones campesinas dentro del país (las Ligas Agrarias se convirtieron en verdaderos puntales de la vida y desarrollo). En 1921 se aprobó la primera ley de arrendamientos rurales, Nº 11.170. Pero además en Entre Ríos, La Pampa y Buenos Aires se sintió vibrar por este movimiento donde palpitó asimismo el grito en Córdoba.
El Grito de Alcorta (ciudad santafesina) surgió el 25 de junio de 1912, por impulso del abogado ítalo-rosarino Francisco Negri quien pretendía una rebaja en los precios de los alquileres, liberación de las condiciones contractuales y un plazo mínimo de cuatro años.
Pero no podemos soslayar que en nuestra provincia se denominó a Villa Urquiza como la Primera Colonia Agrícola Militar que dató de 1853. Don Manuel Clemente fue encargado de iniciar el núcleo poblacional, con militares fieles al caudillo Justo José de Urquiza, muy interesados en el desarrollo ganadero y agrícola (por el proyecto se interesó Antonio Cuyás y Senpere). Ha sido muy importante el aporte a nuestra columna de hoy, la celebrada escritora e historiadora Beatriz Bosch.
La persecución que los productores agrícolas argentinos sin distinción han recibido de la dinastía Kirchner en los últimos 17 años, tienen un punto imposible de morigerar, especialmente cuando se recuerda aquella derrota de 2008 que los llevó a acumular mucho rencor. Vale traer a la memoria aquella frase de Néstor Kirchner rociado de altanería en medio de la crisis del campo: “Nosotros sabemos elegir los enemigos y siempre ganamos”.
Hubo tiempo del “vamos por todo” que se diluyó porque los agricultores sabían elegir a los amigos.
(*) Especial para ANALISIS
Fuente: ANALISIS DIGITAL