“SMARTSTAX” YA ESTA EN CARRERA

El impacto que produce la irrupción del SmartStax adquiere una magnitud superlativa, al respecto es dable mencionar que hasta la fecha lo conocido era la incorporación de un máximo de tres genes, en consecuencia los ocho genes lo convierten en un verdadero cóctel genético.

Por: Aldo Norberto Bonaveri

El mes pasado será recodado como otro trascendental paso biotecnológico, en el condado de San Patricio, Estado de Texas, EE.UU., por primera vez se sembró comercialmente el maíz “SmartStax”. Se trata de un híbrido transgénico portador de 8 genes apilados que agrupan un total de tres eventos, los que le confieren protección contra diferentes insectos y tolerancia a herbicidas de amplio espectro.

Además del propio acontecimiento que significa tal avance de la ingeniería genética, el citado organismo genéticamente modificado “OGM”, presenta la particularidad de haber sido desarrollado conjuntamente por verdaderos gigantes de la biotecnología: las multinacionales norteamericanas Monsanto y DowAgrosciences, más la alemana Bayer CropSciencel. Correspondiendo remarcar que el SmartStax encierra las tecnologías concebidas por dichas corporaciones, que lo preservan de los insectos que atacan las plantas tanto por encima como por debajo del suelo, y simultáneamente le otorgan resistencia a herbicidas herbicidas de amplio espectro, tal como glifosato y glufosinato de amonio.

En la obtención del revolucionario cultivar fue menester combinar y compatibilizar un conjunto de ciencias de propiedad las citadas compañías. Así es como para el control de malezas intervienen tecnologías “Roundup Ready2” y “Liberty Link”; a su vez para neutralizar los insectos que habitan sobre el suelo se emplearon las técnicas “Herculex I” y “VT-PRO”, esta última alberga dos genes que actúan sobre lepidópteros. En tanto para contrarrestar las plagas que coexisten bajo el suelo, se complementaron las tecnologías “YieldGard VT” “Rootworm/RR2” y “Herculex RW".

Respondiendo a las exigencias de la legislación estadounidense en la materia, los agricultores están obligados a plantar los clásicos “refugios”, metodología esta ampliamente utilizada en nuestro país, con el propósito de impedir que las plagas desarrollen resistencia a las toxinas “Bt” (Bacillus thuringiensis) típica de los transgénicos. Para quienes no tienen claro que son los refugios, cabe explicar que son áreas contiguas a las de transgénicos, sembradas con semillas convencionales de ciclo y características parecidas al OGM, de la misma especie del cultivo.

Las empresas involucradas en el proyecto SmartStax, vienen trabajando desde el 2007, cuando acordaron su alianza estratégica a tal efecto. En julio de año pasado este material que algunos han dado en bautizar como “súper-maíz”, obtuvo la aprobación reglamentaria con fines comerciales, tanto de los organismos competentes de Estados Unidos como de Canadá, Agencia de Protección Ambiental y la Agencia de Inspección de Alimentos, respectivamente.

Meses después, Japón dio el visto bueno para su importación, la decisión fue adoptada por los organismos nipones competentes, tras lo que consideraron una evaluación satisfactoria en materia de seguridad alimentaria, piensos, como así también del medio ambiente. El dato es muy significativo, habida cuenta que Japón es el mayor importador de maíz de Estados Unidos y Canadá. (Representa el 20 % de las exportaciones mundiales de maíz del año pasado). Además, corresponde mencionar que Australia y Nueva Zelanda también se pronunciaron por la aprobación.

El impacto que produce la irrupción del SmartStax adquiere una magnitud superlativa, al respecto es dable mencionar que hasta la fecha lo conocido era la incorporación de un máximo de tres genes, en consecuencia los ocho genes lo convierten en un verdadero cóctel genético. En cuanto a rendimiento, los fitomejoradores de ambas corporaciones semilleras auguran resultados substancialmente mayores, que en definitiva personificará una nueva era en la carrera de los alimentos modificados genéticamente.

Por cierto que ya ha comenzado a desatarse una polémica que seguramente tendrá varios capítulos. Para entidades ambientalistas internacionales, una mayor carga genética podría encarnar un riesgo superior para el medio ambiente y la humanidad; en esa dirección además de los clásicos cuestionamientos al glifosato, son más severos aún con el glufosinato de amonio, al que consideran peligroso para los seres humanos y para el medio ambiente, aventurándose as presagiar que por estos condicionantes será próximamente en la Unión Europea.

A su vez, tanto Monsanto como Dow AgroSciences se expresan en forma totalmente opuesta, el razonamiento argumental es que con SmartStax, los verdaderos ganadores serán los agricultores, quienes precisamente por la tecnología incorporada en la semilla, no tendrán que emplear gran parte de los agroquímicos que utilizan por estos días, lo que tendrá como corolario: menores esfuerzos y mayor rentabilidad.

Corresponde mencionar que la normativa estadounidense no requiere ninguna evaluación en materia de salud y seguridad, partiendo de la base que los cultivos genéticamente modificados se consideran del mismo modo que los convencionales, sin tener en cuenta que como en este caso se combinen genes nuevos. Para entender más como funciona el sistema en el gran país del norte, cabe señalar que cualquier estudio sobre seguridad y nutrición hecho por Monsanto y Dow no tiene necesariamente qué hacerse público ni mostrarse a los reguladores, a quienes su potestad alcanza sólo para verificar un resumen del mismo. Por otra parte, para el caso de evaluación independientes, estás no pueden realizarse sin previa autorización de las compañías.

Las estimaciones que se están manejando vaticinan que la superficie a sembrarse este año con el maíz transgénico SmartStax, en la sumatoria de Estados Unidos y Canadá rondaría las 1.600.000 hectáreas.