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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoSEMINARIO 2012 DE ARGENTRIGO
15/nov/2012

Calidad y rendimiento, los grandes potenciales del trigo argentino

Lograr calidades homogéneas permitirá ganar la confianza del mercado y vender el trigo argentino como pan y no forrajero. También es posible aspirar a rendimientos de 14 toneladas por hectárea con un manejo inteligente del cultivo. Ambos temas fueron desarrollados en la Jornada organizada por ArgenTrigo en la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires.

Con el lema “Una apuesta a lo posible”, la Asociación Argentina de Trigo “ArgenTrigo” llevó a cabo una jornada en la que diversos especialistas analizaron los desafíos y oportunidades que hoy enfrenta el cereal en nuestro país. El encuentro tuvo lugar el 1 de noviembre en la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires.

La apertura estuvo cargo de Oscar Solís, Subsecretario de Agregado de Valor y Nuevas Tecnologías del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, quien destacó el importante rol del trigo para la producción del país. “La interacción público-privada es el camino que nos llevará a crear nuevas oportunidades para el cultivo, y tanto las puertas del Ministerio como las de la Subsecretaría se encuentran abiertas para la colaboración en todos los temas que podamos abordar en conjunto”, afirmó.

La calidad es un tema central

Moderado por Fernando Cabona, de Bayer, el primer panel abordó el análisis de la calidad y las novedades tecnológicas. Miguel Di Rosso, gerente de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, aseguró que para ganar confianza del mercado son necesarios lotes homogéneos de calidad garantizada. Para lograrlos se requieren análisis de calidad efectivos. “Lo ideal es saber qué tiene uno antes del almacenamiento, como mínimo en proteína y gluten, para no estar a ciegas al momento de vender”, señaló.

“Nuestro trigo es competitivo a nivel internacional y, además, hay condiciones para seguir mejorando. Tenemos que hacer un trabajo fuerte en calidad pensando en las próximas generaciones”, dijo Di Rosso y centró su mirada en el Informe Institucional del Trigo Argentino. “Es una herramienta que nació hace 14 años por la necesidad de nuestros compradores brasileños de contar con información veraz sobre la calidad de nuestros productos, algo que no estaba disponible hasta el momento”, contó.

Entre las variables medidas a nivel nacional, Di Rosso mencionó las proteínas. Mostró datos que revelan que desde 1998/1999 hasta 2011/2012, el trigo argentino tuvo un promedio de 11% de proteína. Sin embargo, hubo años en que este valor se ubicó en el 8 o 9%. “La tarea es lograr un piso de proteína, hacer que el promedio siempre se ubique por encima del 9,5% para venderlo como trigo pan y no como trigo forrajero”, apuntó Di Rosso. “Necesitamos lograr una homogeneidad en nuestros productos, ya que una de las principales críticas que recibimos como vendedores en el mercado internacional es esa falta de uniformidad. Tenemos barcos con 12% de proteína, y otros con 10, y lo ideal es que esos valores se acerquen, algo que se puede lograr con una adecuada fertilización”, subrayó.

La fuerza panadera también fue señalada por el especialista como una de las variables que a nivel país está en niveles competitivos, pero con falta de homogeneidad. “En general, está en valores cercanos a 300, pero hubo años en que se ubicó debajo de 250 y hasta de 180”, advirtió. El mismo planteo fue extendido por Di Rosso para el peso hectolítrico.

Las nuevas tecnologías

El tema de las novedades tecnológicas para el trigo fue tratado por Agustín Pontacuarto, de Don Mario, y Pablo Panza, de Syngenta. El primero puso el foco sobre las tecnologías que pueden esperarse hacia 2020. “La nueva genética es el motor de la mejora, que va a estar abocada a darle rendimientos superiores al productor”, sostuvo.

Antes de entrar directamente en el tema, el hombre de Don Mario hizo un repaso por los principales hitos para el trigo en el país: la genética mexicana introducida en 1976, cuando los rendimientos eran de apenas 2 mil kilos; la genética francesa en 2000 y la nueva generación de 2005, con grandes expectativas para ambientes de alta variedad.

“No es casualidad que en este año, que fue uno de los peores para nosotros, se hayan lanzado 18 nuevas variedades: es el motor de la genética, que sigue funcionando y que para 2020 genera una expectativa de mucho crecimiento”, resaltó.

A continuación, Pontacuarto reveló números sobre las tendencias en el mercado, que señalan que las variedades “Top 10” ocupan el 60% de todas las requeridas por los productores año a año. “Esta tendencia se fue consolidando en los últimos tiempos -destacó–, ya que desde 2005 a 2010 los grupos de calidad pedidos estuvieron entre el 2 y el 3, mientras que en los últimos años tuvieron mucha más importancia los grupos 2 a 1, con un índice de calidad promedio de 1,83. Esto indica que se fueron eligiendo variedades de más calidad con destino a molienda”.

En relación a los fertilizantes, Pontacuarto resaltó que la reducción del 24% del área sembrada en la última campaña no fue acompañada por una menor compra relativa de estos productos, pues ésta disminuyó en un 22%. “Esto significa que el que sembró trigo, lo hizo con las mismas dosis de fertilizante que el año pasado”, indicó.

Por su parte, Panza centró su charla en la protección de cultivos. “Especialmente las malezas son una preocupación constante, porque todos los años aparecen cosas nuevas, tolerancias, etcétera, y las empresas estamos trabajando en nuevos productos, que tengan más espectro y mejor perfil ambiental”, señaló. Para combatir estos flagelos, recomendó además un manejo integral, con rotación de cultivos y de productos.

Por otro lado, Panza advirtió que la protección contra hongos será clave este año. “Debemos evitar la contaminación con micotoxinas porque nos veda el acceso a mercados: Brasil ha bajado el nivel de las micotoxinas tolerables, alineados con lo que ocurre en Europa”, indicó.

“La virulencia que estamos teniendo con las enfermedades es tremenda, y creo que este año vamos a terminar con 3 tratamientos de fungicidas”, añadió.

Panza contextualizó la problemática en la región señalando que Uruguay aplica 4 tratamientos al año y Brasil de 4 a 6. “Aquí no podemos limitarnos a una sola aplicación porque si al cultivo no lo agarra una enfermedad, lo agarrará otra”, advirtió.

“Dos millones de nuestras hectáreas pueden tener una alta producción, creemos que podemos alcanzar 14 toneladas de rendimiento en esa área, y eso requiere un manejo inteligente del cultivo, y los profesionales están en condiciones de hacerlo”, señaló Panza, para luego concluir: “El trigo es un alimento de alto valor, y China y Brasil quieren mejores alimentos. Nosotros tenemos altísima potencialidad para producirlo, y tenemos que aprovecharlo”.

Oportunidades y tendencias en el mercado de trigo

En la segunda parte de la jornada organizada por ArgenTrigo en la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires, los especialistas insistieron en que el agregado de valor abre nuevas perspectivas de mercado y reclamaron un comercio sin restricciones.

“Toda cadena de valor se ordena detrás de una demanda, y hoy vemos que se están pidiendo alimentos procesados. Tenemos que ajustar lo necesario para satisfacer esa demanda, además de seguir creciendo como exportadores de harinas y trigo”. Con esas palabras cerró el encuentro de actualización en trigo Santiago Labourt, presidente de la Asociación Argentina de Trigo (ArgenTrigo). El evento estuvo organizado por organización que nuclea a la cadena del cereal y se realizó el 1 de noviembre en la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires.

“Pedimos por un comercio sin restricciones, ya que no hay posibilidad de desarrollarnos en el contexto actual. Vemos una actitud positiva en este sentido por parte del Ministerio de Agricultura, y esperemos que se siga en ese camino”, destacó Labourt, y agregó: “Por nuestra parte, debemos apuntar al mediano y largo plazo, y recordar que la fortaleza de la cadena está definida por el eslabón más débil”.

El segundo panel del encuentro, moderado por Ramiro Costa, de la Bolsa de Cereales, estuvo dedicado a desglosar las tendencias y oportunidades para la cadena del trigo en los mercados americanos, y a analizar el agregado de valor.

Juan Manuel Garzón, de IERAL, comenzó su charla señalando que a pesar de ser una región que produce alimentos en exceso, América Latina tiene problemas de desnutrición y grandes desigualdades entre los países que la componen, así como también hacia el interior de sus economías. Sin embargo, según el especialista, en los últimos 10 años la región creció, y algunos problemas se están corrigiendo: “Esto da un escenario favorable para América Latina, que tiene un buen acople con las economías asiáticas, lo que nos va a facilitar el proceso de crecimiento”, destacó.

Según Garzón, la apertura comercial de algunos países latinoamericanos, como Colombia, Perú y Chile, es el fundamento de su crecimiento, y señala un camino a seguir por los países de la región.

Las tendencias

Garzón señaló que en el mercado latinoamericano existen 19 países compradores netos de trigo (que compran más de lo que venden), mientras que sólo existen 3 exportadores netos: Argentina, Paraguay y Uruguay. Según el analista, se importan en la región 18 millones de toneladas al año de trigo, 1,6 millones de toneladas de productos semiprocesados y 600 mil toneladas de alimentos procesados.

“Latinoamérica está comprando la misma cantidad de trigo que hace 10 años, pero las importaciones crecieron un 5% en semiprocesados y 6% en procesados. Esta característica se extiende también al mundo, donde crece el comercio de trigo, pero donde el incremento es mayor es en semiprocesados y procesados”, señaló Garzón.

El analista explicó que el país que más hizo crecer la demanda de harina en los últimos años fue Brasil, que concentra el 52% de las importaciones, seguido por Bolivia, con un 18%. En ambos países, Argentina tiene el 90% del mercado. Además, detenta un 73% del mercado de toda la región. Por eso, Garzón recomendó estar atentos a no perder la competitividad en este apartado y prestar atención a cómo evoluciona la situación especialmente en Brasil.

El mercado de pastas se encuentra más repartido: Argentina exporta unas 36 mil toneladas, lo que representa un 11% del mercado de pastas latinoamericano, con algo de presencia en Chile, pero poca o nula en Brasil y Centroamérica. “Éste es un mercado de 200 mil toneladas al año en el que Argentina tiene posibilidades de crecer si mejora la inserción en los países en los que no tiene presencia”, indicó Garzón. La situación es parecida en los mercados de galletitas y de productos panificados varios, ambos también de 200 mil toneladas anuales.

Para Garzón, la región seguirá creciendo y habrá más apertura comercial, lo que facilitará el ingreso de productos semiprocesados y procesados en esos mercados. “El desafío consiste en fortalecer los eslabones más débiles de la cadena y potenciar acciones colectivas, agregando know how y escala en productos semiprocesados, así como también optimizar el capital humano especializado para los procesados”, señaló.

“El otro gran desafío es colectivo: definir marcos legales estables y claros, construir redes de información, desarrollar infraestructura, multiplicar las negociaciones comerciales e invertir en innovación y desarrollo”, concluyó.

Valor agregado

Luciano Cohan, de la consultora Elypsis, brindó su perspectiva sobre el valor agregado en la cadena, basándose en una investigación que se encuentra desarrollando desde hace 4 años junto a otros colegas. “En esta investigación quedó de manifiesto que la respuesta de los productores a la variación de los precios es muy elástica, y que por lo tanto, una reducción de un 10% en los derechos a la exportación crearía un círculo virtuoso, que incluso compensaría lo perdido en recaudación, por vías indirectas”, resaltó.

Otra pata de su investigación es la brecha tecnológica por zona: “Hicimos un trabajo muy fino para entender el perfil tecnológico de la cadena, con 160 entrevistas a referentes tecnológicos de cada zona. Así definimos 3 niveles tecnológicos por región, intentando determinar cómo se distribuye la brecha tecnológica que existe en cada una de ellas”, contó Cohan, para luego explicar: “A partir de este tipo de análisis se pueden trazar estrategias para reducir esas brechas”.

“Si incorporamos un nuevo paquete tecnológico que agregue costos en semillas, fertilizantes y protección, se favorecería un 28% el potencial de la cadena, y habría una mejora del rinde de 35% en promedio”, prosiguió el consultor.

Por último, Cohan explicó que, de acuerdo al modelo desarrollado en la investigación, si cada departamento produjera según los resultados promedio de sus mejores 5 campañas, el área sembrada crecería un 83%; la producción total crecería un 75%; el valor agregado de la cadena crecería un 77%; se duplicaría la recaudación fiscal; las exportaciones pasarían de 1,5 mil millones a 5 mil millones; los mercados de semillas y agroquímicos crecerían entre un 50 y un 60%; y los fertilizantes un 70%.

“El crecimiento tendría derrames al interior de los eslabones de la cadena y todos los sectores, con distinta participación, se verían beneficiados”, concluyó.










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