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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoLa ciencia busca el hueco que dejan las nubes
11/feb/2021

Investigadores de distintos ámbitos trabajan en múltiples soluciones para enfrentar la escasez de recursos hídricos en nuestro campo, que previsiblemente va a seguir aumentando en este siglo.

Por: Gines S. Forte

 

Árboles de regadío cerca de la Sierra de Carrascoy. / JOAQUÍN ZAMORA / AILIMPO

Esta Región es «un gran laboratorio vivo» del uso del agua en agricultura. Según el catedrático Alejandro Pérez Pastor, de la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), «somos un escaparate mundial del agua de riego. Mucho más que Israel». Aquí, detalla el también investigador principal del proyecto europeo de riego sostenible Irriman Life+, «los agricultores riegan muy por debajo de la necesidad hídrica de los cultivos, entre un 20% y un 30% menos de lo que la FAO [Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura] recomienda».

No es suficiente para encarar el futuro. La tesis que el investigador del Departamento de Geografía de la Universidad de Murcia Víctor Ruiz Álvarez leyó el pasado 20 de noviembre, titulada ’Estimación del impacto del cambio global sobre el riego de sequía en el sureste de España’, augura «un acusado descenso de las precipitaciones y de la escorrentía superficial en las cabeceras de los ríos Segura y Tajo hasta finales del siglo XXI», como consecuencia de la actividad humana. El doctor ingeniero agroalimentario y ambiental Mariano Pelegrín, actual jefe de sección de Ingeniería Fluvial de la Confederación Hidrográfica del Segura, recuerda que ya «desde finales del siglo XX se tiene la certeza de que el cambio climático se ha originado por la interferencia del ser humano».

La creciente escasez de recursos hídricos en nuestra geografía es una realidad ante la que la ciencia propone distintas soluciones: desde nuevas fórmulas para exprimir aún más cada gota destinada a la agricultura, hasta reemplazar los actuales cultivos por productos menos demandantes de riego, pasando por incrementar el uso de recursos hídricos no convencionales. Todo pasa por la investigación. La ciencia es la única capaz de suplir la falta de nubes de lluvia.

«En esta zona se riegan cultivos entre un 20% y un 30% menos de lo que la FAO recomienda», dice el profesor Pérez Pastor

Entre 1990 y 2050 «se espera un incremento del 15% de las sequías extremas en las cuencas de cabecera de la demarcación hidrográfica del Segura», apunta la doctora Sandra García Galiano, líder del Grupo de Investigación y Desarrollo de Gestión de Recursos Hídricos de la UPCT. Desde su equipo, relata, han trabajado «intensamente en los últimos años en la evaluación del impacto del cambio climático en eventos extremos y disponibilidad hídrica». Estas investigaciones evidencian «una notable intensificación de los periodos de sequía desde la década de los 80». Pocas dudas caben de que el agua será cada vez más escasa, y no solo aquí, también en la cabecera del Tajo, de donde provienen los recursos del Trasvase que desde precisamente los 80 han permitido convertir a la Región de Murcia en una potencia agrícola a nivel mundial.

El agua no solo será más escasa aquí, sino también en la cabecera del Tajo, de donde proviene el Trasvase

«La situación no es halagüeña», resume Pérez Pastor, que considera escasa la estimación en 460 hectómetros cúbicos del déficit hídrico estructural de la cuenca hidrográfica del Segura. «Es mucho mayor», afirma, si tenemos en cuenta que aún se contabiliza agua del trasvase que de hecho no llega o pozos que ahora no se pueden utilizar, y que el agua disponible es cada vez de menor calidad. Los en torno a 150 y 300 milímetros que llueve al año sobre nuestro territorio son cada vez menos aprovechables, explica. Las altas temperaturas evaporan una buena parte y las precipitaciones son más torrenciales, lo que dificulta su uso. En la DANA de septiembre de 2019 apenas se aprovechó entre un 5% o un 6% de una cantidad de agua, caída en unas horas, equivalente a los registros habituales de todo un año. «Dos o tres días después ya estaba el suelo seco en el Campo de Cartagena», revela el investigador, que basa la afirmación en los registros de la humedad del terreno que recogió de distintas fincas de la zona.

Como el Trasvase Tajo-Segura plantea «tanta incertidumbre», y «la tendencia política» apunta a su reducción, se está echando mano con más frecuencia de «recursos menos convencionales, como el agua desalinizada. «Pero son todavía muy pocos y caros». Además, el alto contenido en boro y sodio del líquido extraído al mar «deteriora la calidad del suelo», que se compacta y pierde su capacidad para retener el agua, lo que complica el aprovechamiento del riego. Además, resume, la desalinización requiere una energía que incrementa la contaminación, de modo que acaba contribuyendo al empeoramiento del clima.

«Nunca hubiéramos pensado ver términos científicos en una ley regional agraria», afirma el investigador de Irriman Life+

La depuración del agua urbana e industrial para su reaprovechamiento en agricultura también es un recurso no convencional. «Quizá somos la región del mundo que más agua reutiliza, un 95% o más», estima el catedrático. El problema es que su alta salinidad reduce la producción agrícola. Otro recurso no convencional, «que lamentablemente en la Región de Murcia ha sido convencional durante muchos años», es el agua desalobrada. Es la proveniente de los pozos y a la que hay que eliminar la sal para poder usar en el campo, lo que ha dado origen a enormes cantidades de salmuera, cuyos vertidos han acabado echando a perder el Mar Menor, «aunque no ha sido la única causa», precisa el catedrático. Su uso ahora ya no es posible.

«Quizá conviene cambiar lechuga, que aporta menos calorías y gasta más agua, por quinoa», apunta el catedrático Martínez

Menos recursos y de menor calidad: «La perspectiva de agua para agricultura es muy negativa», sentencia Pérez Pastor. La solución pasa por «optimizarla mucho más, con cultivos sin suelo», por ejemplo. También es posible mejorar la absorción con sustratos apropiados y bioestimulantes e intensificando los cultivos para que una tupida barrera de raíces aproveche hasta la última gota, o bien desarrollar variedades de cultivos más hidroeficientes, por ejemplo. Para el director de la Cátedra de Agricultura Sostenible para el Campo de Cartagena, Juan José Martínez, «ya no se trata de aflorar todos los recursos posibles, sino también de optimizar y buscar cultivos con menos necesidad de agua». El también catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la UPCT apunta hacia «la eliminación de cultivos demasiados exigentes en recursos hídricos». Y pone un ejemplo: «Quizá conviene cambiar lechuga, que aporta menos calorías y gasta más agua, por quinoa». Martínez sugiere «educar a la gente en una alimentación sostenible».

«No se puede hacer más de lo que se hace, pero aún hay recorrido». Con esta aparente contradicción resume el profesor de la UPCT la vía para «exprimir mucho más el agua». La carrera por aprovecharla al máximo ha convertido a la Región en un avanzado centro de investigaciones agrarias. «Es impresentable que estemos en un país donde el porcentaje de I+D del PIB sea tan bajo», se lamenta Pérez Pastor. Apenas es un 1,14%, frente al 3,17% de Alemania o el 3,39% de Suecia, concreta el investigador bullense José Antonio Campoy, destinado en el Instituto Max Plank de Mejora de Plantas de Colonia, en Alemania.

En todo caso, algo parece cambiar a mejor. «A mí me han invitado dos veces a la Asamblea Regional, y también a otros investigadores», se enorgullece el catedrático de la UPCT, quien ve todo un síntoma que en la «última Ley del Mar Menor se hayan introducido términos científicos como sensorización del agua del suelo, conservación del suelo o cubetas vegetales. En la vida hubiéramos pensado que fuesen a aparecer en una ley regional de agricultura. Está costando, pero se están consiguiendo cosas».

«Enfoque holístico»

El esfuerzo que aún queda por hacer incluye más planificación, aporta la profesora García Galiano: «Debemos de planificar basándonos en el conocimiento sobre las tendencias plausibles de eventos extremos como las sequías». Por el momento, recoge Víctor Ruiz en su tesis, «se ha demostrado que las prácticas y políticas actuales de gestión de los recursos hídricos no son lo suficientemente sólidas para neutralizar los efectos del cambio global en la manifestación de sequías, sobre todo debido a las demandas hídricas de los usos agrarios». La solución, coinciden los expertos consultados, pasa por más investigación en múltiples ámbitos para afrontar con las mejores herramientas posibles la escasez de recursos hídricos que se prevé en aumento. «Se debe llevar a cabo un enfoque holístico de la gestión del agua, y no desde una única perspectiva», concluye García Galiano.


Fuente: LA VERDAD - España









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