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Pasturas y Forrajes
 
Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoLos sistemas integrados y su aporte a la salud de los suelos
26/ago/2019


La integración agrícola ganadera y sus beneficios en materia de mejora de suelos y competitividad, entre otros, fue uno de los temas abordados en el último congreso de Aapresid. Allí, los especialistas en la actividad revelaron que, en base a sendos estudios por parte de organizaciones públicas y privadas, se puede afirmar que la experiencia de introducir ganado en los sembrados y viceversa transforma el sistema de producción y reporta estabilidad a los cultivos vulnerables, mayor rendimiento y rentabilidad. Lógicamente, aplicando un buen y equilibrado manejo.

Para el asesor privado Leandro Ventroni, es “necesario poner en agenda” la integración, considerando que “la ganadería nos puede aportar muchísimo a los sistemas de producción de siembra directa que tenemos en el país. Cuando uno tiene cultivo, recursos forrajeros, verdeos, pasturas perennes, hay una en rotación a lo largo del tiempo y ponemos los animales encima, empieza a haber una interacción a entre varios factores. Entender cómo funciona eso es clave para determinar si vamos a hacer una integración agrícola ganadera exitosa o no”.

En el congreso disertó el especialista brasilero Paulo César de Faccio Carvalho, miembro de Alianza Sipa, una organización público privada dedicada durante años a la investigación para difundir sistemas integrados, quien se basó en los protocolos experimentales desde el sur de Brasil hasta los cerrados con sistemas de producción como avena, raigrás, maíz, soja, arroz, algodón, eucaliptus y ensayos que tienen 19 a 20 años de desarrollo.

“Hace 15 a 20 años atrás se decía que era importante tener cobertura, pero ahora es distinto. Los cultivos sólo para la cobertura para proteger el suelo no son s suficientes. Hay que cubrirlo, protegerlo pero también producir dinero en todo momento, en cada día del año, que produzca alimento. Es lo que el mundo necesita. El desafío es traer la ganadería para este tipo de situación en donde la cobertura vegetal es un potencial forraje, pero que la gente no utiliza ”, dijo, a manera de introducción.

De acuerdo a lo probado, “el sistema de integración permite en la misma hectárea, producir mucho más y proporciona estabilidad de los componentes, de la resistencia y la resiliencia. La ganadería trae estabilidad a sistemas vulnerables como los cultivos de verano”, concluyó Faccio Carvalho.

En el sistema de siembra directa de soja, “poner animales en los 90 era como hablar del diablo. Luego se empezó a hablar de lo que los animales pueden traer de bueno a los sistemas agrícolas y ahora decimos: ‘usted tiene que poner animales para mejorar el suelo’. No estamos hablando del sobrepastoreo, del mal manejo”, aclaró.

El especialista señaló que una de las rotaciones muy comunes es raigrás y avena, en sucesión con la soja. La recomendación es siempre tener 25 centímetros y colocar animales en cargas óptimas. “Cuando uno trabaja para un pastoreo, la biomasa no es muy visible porque el pasto crece, el animal consume, el pasto rebrota, el animal consume, y así sucesivamente. Y cuando uno llega para hacer la desecación, hay mucho menos biomasa y para los que están acostumbrados a mucha, la cosa no va a funcionar. Pero en base a 15 años de investigación, se determinó que se alcanza hasta 7,5 toneladas de materia seca en los buenos manejos pastoreos”.

“Lo más interesante está en lo que pasa abajo: circuló más biomasa que además son las raíces y al final de la fase permite mayor entrada de calcáreo. Si hago siembra directa, la calidad del suelo a largo plazo va a disminuir. En áreas que no tienen integración, hay una relación positiva directa entre soja y remanente. Eso no pasa con animales: se cambia el sistema. El remanente no hace efecto sobre la producción de soja. Eso no quiere decir que podemos trabajar sin biomasa remanentes con altas rotaciones”, aclaró el ingeniero brasilero.

Además, “la maleza para soja se controla con pastoreo”, indicó, como otro beneficio de la integración.

Sobre la compactación que generan las pezuñas, en ocho años de estudios con sucesión de pasturas con soja, indicó que una de invierno con 40 centímetros de altura admite un novillo por hectárea. Y a partir de 10 centímetros, se tolera hasta 5 animales por hectárea. En cuanto a la materia fecal, según estudios de Sipa sobre su efecto se determinó que la producción por planta de soja mejora, la chaucha es muy distinta, mejora el rendimiento y hay más concentración de fósforo disponible y potasio, entre otras características químicas, físicas y biológicas del suelo. Es que “los animales crean nuevas formas de flujos de nutrientes en el sistema, ayudando una vez más. En no más de tres semanas las heces desaparecen y se integran al suelo”, señaló Faccio Carvalho.

Sobre los beneficios de rentabilidad, graficó que mientras el gasto para producir una tonelada de proteína en un cultivo de soja y cobertura vegetal es de 250 kilogramos de calcio, 80 de magnesio y 75 potasio; con pastoreo, en esa misma hectárea, integrando soja y ganadería, se necesitan 90 kilos de calcio, 30 de magnesio y 70 de potasio. Se produce lo mismo, con menos.

La experiencia de la integración en Brasil se incrementa y alcanza a un 26% de ocupación del territorio cultivable. También se incrementa el capital de los productores adherentes, que en 4 años y medio ganaron un 75% más gracias a este sistema.

Necesidad y urgencia. En Argentina “necesitamos intensificar nuestros sistemas de producción, con sustentabilidad, especialmente en el sur de Santa Fe, en zonas básicamente agrícola donde predomina el monocultivo de soja con todos los problemas que ello conlleva. Es necesario conciliar la producción con medio ambiente, buscando equilibrio. La idea es si se puede conciliar a través del sistema integrado. Surgen dilemas y compromisos”, señaló Julio Galli, docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Basándose en trabajos de esa casa de estudios, el profesional remarcó que en toda experiencia de implementación de sistemas productivos integrados “el desafío es que sea productivo, estable, amigable con el medio ambiente y que haya un equilibrio entre el desacople y el acople al mismo. Porque cuando se produce un desequilibrio entre esos dos ciclos vamos a tener emisiones de gases y lixividiaciones”, advirtió.

En base a un trabajo concreto de la facultad centrado en un cultivo de soja con pastoreo de vaquillonas observado durante las últimas cinco campañas, se determinó que este sistema integrado arrojó un rendimiento de un 45% más que un cultivo sin pastoreo y cierta ganancia de peso en los animales.

Ganando terreno. También en el marco del congreso de Aapresid dos productores, Alberto Balbarrey, de la provincia de Buenos Aires, y Raúl Antonelli, de Córdoba, explicaron sobre el manejo integrado de ganadería y agricultura, sus potencialidades y los recursos más importantes que debe utilizar el productor para una correcta inversión y desempeño de su negocio.

Antonelli señaló que el sistema no sólo se aplica para privilegiar el uso de los rastrojos después de la agricultura sino también para usar las partes del campo que no tienen aptitud agrícola. El panel reconoció que el trabajo es complejo cuando hay pasturas de buena calidad en algunas zonas y otras más deterioradas, pero también señaló que bajo un sistema de ciclo completo se puede utilizar las partes buenas de un campo y a su vez buscar la forma de potenciar aquellos sectores que no están bien para transformarlos en una oportunidad.

La propuesta es ver las oportunidades que se presentan y trazar un plan de acción para el productor agropecuario. A través de la recuperación de las partes abandonadas con poca aptitud de siembra de los campos, se puede lograr una ventaja competitiva en relación a otras empresas que solo alquilan la parte agrícola.

Como la recuperación de los campos implica una gran inversión, la idea es que el dueño del campo se sienta como un socio, para agrandar las ventajas y lograr alquileres a largo plazo, de entre ocho y diez años. A su vez, el dueño alquila no sólo la parte agrícola sino su parte ganadera a bajo costo, pero aun así recuperando el valor del campo y generando un ingreso extra. “Usando el manejo integral puede generar un plus importante en la ganadería viendo la oportunidad donde hay complicación”, resumió Antonelli.

Fuente: LA CAPITAL - Rosario

La ganadería nos puede aportar muchísimo a los sistemas de producción de siembra directa que tenemos en el país. Cuando uno tiene cultivo, recursos forrajeros, verdeos, pasturas perennes, hay una en rotación a lo largo del tiempo y ponemos los animales encima, empieza a haber una interacción a entre varios factores.

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