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Ganadería Bovina
 
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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoCONSECUENCIA DE LA INTERVENCIÓN
03/nov/2009

Desde entonces se sucedieron todo tipo de alquimias de intervención, como las de controlar los precios en los mercados de hacienda, modificar el peso mínimo de faena y, la más dura, cerrar las exportaciones, en marzo de 2006.

Por: Cristian Mira

Las señales de alerta que están exhibiendo los números de la ganadería son, en gran medida, consecuencia de la intervención del Gobierno sobre el producto considerado emblema nacional: la carne.

Todo comenzó hace casi cuatro años, durante la presidencia de Néstor Kirchner, cuando el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, impulsó, en noviembre de 2005, un incremento de las retenciones a las exportaciones de carne y la eliminación de los reintegros a los frigoríficos exportadores. El argumento fue, como tantas otras veces había sucedido en el pasado, la necesidad de frenar un aumento de precios de los cortes vacunos en las góndolas. Fue la génesis de los conflictos entre la administración Kirchner y el campo.

Desde entonces se sucedieron todo tipo de alquimias de intervención, como las de controlar los precios en los mercados de hacienda, modificar el peso mínimo de faena y, la más dura, cerrar las exportaciones, en marzo de 2006.

El mecanismo fue perfeccionado luego por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que monitorea personalmente los números del negocio de la carne en una reunión semanal con representantes de los frigoríficos, los supermercados y las carnicerías para asegurarse de que el mercado interno se encuentre bien abastecido y que no se disparen los precios.

A los frigoríficos exportadores les pide que entreguen carne a bajo precio en los supermercados para organizar las famosas "baratas". Al mismo tiempo, si Moreno quiere, en 48 horas puede disponer el cierre inmediato de las exportaciones sólo con no entregar los permisos de embarque conocidos como Registros de Operaciones de Exportación (ROE Rojo).

Ese esquema de control instrumentado por el empeño de las autoridades provocó algunas paradojas. En el tradicional asado argentino, la carne está en camino de ser el producto más barato de la mesa. Según un estudio de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), entre abril de 2006 y el mismo mes de este año, mientras el tomate aumentó un 92%, la lechuga un 94% y la gaseosa un 130%, la carne subió un 68 por ciento. Eso sí, quienes son responsables de criar las vacas se llevan la peor parte porque el precio del novillo, en ese mismo período, se incrementó sólo un 26 por ciento.

Esos números son conocidos por los ganaderos. Por eso creen que no tienen incentivos para invertir y paulatinamente, quienes pueden, cambian de actividad y se dedican a exclusivamente a la agricultura.

Algunos funcionarios del Gobierno, aunque mantengan un perfil bajo, también conocen esos números y esas realidades. Por ese motivo, en el equipo del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, se están estudiando medidas para estimular la cría de hacienda vacuna. Los técnicos del nuevo gabinete sostienen que si hay algún sector al que se debe atender en forma urgente es el ganadero.

Más que planes o subsidios del Estado, los productores necesitan reglas claras y previsibles en el mediano plazo para que puedan vender en el mercado interno y aprovechar las oportunidades que ofrece un mundo que demanda cada vez más alimentos.

Fuente: LA NACION











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