“Si dependíamos del poder público, íbamos a esperar otros 10 años" Adalto José Soares, comerciante de Barra Mansa |
Cansadas de esperar durante dos décadas, dos amas de casa que viven a ambos lados del riachuelo, Manoelina dos Santos, de 72 años, y Juracy de la Conceição, de 65, tuvieron una idea: ¿qué tal si lo hacen los vecinos?
“Si dependíamos del poder público, íbamos a esperar otros 10 años”, sostiene Adalto José Soares, un comerciante del lugar de 52 años e hijo de Manoelina. “Ahí tuvimos esta actitud, recaudamos dinero de los habitantes y lo hicimos”, agrega en diálogo con BBC Mundo.
El resultado: un puente 54 veces más barato que lo calculado por la alcaldía y levantado en apenas un mes, toda una lección en un país cuyo poder público parece en estado de descomposición.
"Variación de calidad"
Milton Avelino, presidente de la asociación de habitantes de Nova Esperança, explica en reales la diferencia de costos del puente: “Por la alcaldía era presupuestado en 270.000; nosotros lo hicimos con 5.000”.
Es decir, apenas precisaron del equivalente a US$1.500 para realizar una obra que según las autoridades locales costaría US$81.000.
¿A qué se debe semejante disparidad?
La superintendencia de obras y servicios públicos de Barra Mansa sostuvo que existe una “variación de calidad de los proyectos”.
En abril de 2016, se desplomó una sección de la ciclovía elevada construida dentro de los proyectos para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
“Como fue hecho sin el aval de la alcaldía, no hay cómo garantizar que hubo un proyecto elaborado con un cálculo estructural eficiente, previendo, por ejemplo la variación del nivel del río”, argumentó.
Pero Soares recuerda que en abril las olas del Atlántico derrumbaron parte de una ciclovía recién inaugurada por la alcaldía de Río de Janeiro, a un costo de US$12,6 millones, matando a dos personas.
“¿No hicieron con ingeniería esa ciclovía bonita en Río… y murieron dos?”, pregunta. “Nosotros hicimos una buena fundación, aunque la mano de Dios es pesada… Manda aquella lluvia fuerte y nadie puede garantizar que (al puente) no lo pueda llevar”.
La obra cuenta con tres pilares de cemento, sobre los que montaron dos vigas, que sostienen el piso de chapas de 1,10 metros de ancho, los pasamanos y tensores metálicos.
“Está capacitado para soportar hasta tres toneladas en movimiento”, calcula Antonio Carlos Moura, un vecino de 56 años que trabaja con portones eléctricos y estructuras metálicas.
El participó de la obra, al igual que albañiles, soldadores de plataformas de navíos, electricistas, pintores… Trabajaron sólo sábados y domingos, y en cuatro fines de semana lo lograron.
Sospechas de corrupción pública
Varios sospechan que la diferencia de costos del puente se debe a que en la alcaldía inflaron el presupuesto para desviar dinero, como ocurría en la petrolera estatal Petrobras hasta que estalló el escándalo de sobornos que ahora salpica a toda la clase política brasileña.
El puente costó el equivalente a US$1.500, mientras que lo presupuestado por las autoridades fue de US$81.000.
“Creo que el poder público todavía iba a hacer una obra sobrefacturada encima de una comunidad que lucha con dificultades, una ciudad pobre de un país que se encuentra quebrado”, comenta Moura a BBC Mundo.
Casualmente, este mismo mes el alcalde de Barra Mansa, Jonas Marins, fue separado del cargo de forma temporal por la justicia, acusado de irregularidades en gastos millonarios en el área de salud, algo que él niega.
Fuente: BBC Mundo