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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoEL TRASPASO DEL GEN DE RESISTENCIA A SEQUIA: UN GRAN ÉXITO DE CIENTIFICOS ARGENTINOS
10/mar/2012

Los beneficios para el país serán realmente significativos, originándose tanto por el incremento de la producción, lo que a valores actuales podría estimarse entre u$s 5.000 y u$s 6.000 millones adicionales; y lo más importante, los recursos que generará el valor agregado que trae aparejado las regalías.

Por: Aldo Norberto Bonaveri

Twitter: @AldoBonaveri

El agro argentino ha dado muestras acabadas de su pronta adopción de las nuevas tecnologías; la soja transgénica se introdujo en el país en 1996 a sólo un año de su aparición en Estados Unidos, evidenciando un desarrollo que supero todas las expectativas, determinando que en tres o cuatro años quedara completamente relegado el uso de cultivares convencionales; con su llegada, la siembra directa que hasta entonces avanzaba lentamente comenzó a emplearse masivamente, alcanzando los productores a manejar eficientemente este sistema que por cierto tiene sus bemoles. Posteriormente llegó la agricultura de precisión con un cúmulo de posibilidades, pero también con grandes exigencias en materia de capacitación, y también nuestros técnicos supieron trasmitir sus conocimientos. Así mismo, los agricultores nunca se mostraron renuentes a incorporar nuevos híbridos y materiales, que a la postre posibilitaron optimizar sus performance.

En síntesis, podemos aseverar que el campo argentino estuvo a la altura de las circunstancias, aprobando cada uno de los desafíos que se le fueron planteando. Los rendimientos de las cosechas nacionales otrora muy distantes de los países más desarrollados se han emparejado, siendo en la actualidad el nuestro, una referencia obligada para productores de distintos puntos del planeta.

Hasta allí todo bien, no obstante un déficit muy importante que exhibe nuestro país, no sólo en el ámbito agropecuario sino a todo nivel, es la de invención o descubrimientos tecnológicos que le aporten la propiedad de una patente que le permita ser explotada internacionalmente. Por el contrario el desembolso en materia de royalties es cuantioso, significando una verdadera sangría de divisas.

En virtud de lo expresado, es que resulta encomiable el desarrollo científico realizado por investigadores de la Universidad Nacional del Litoral “UNL” y del CONICET, el que podrá ser comercializado internacionalmente a través de un convenio celebrado entre la empresa estadounidense Arcadia Biosciences y la nacional Bioceres, licenciataria de la patente del gen HAHB 4, el que le confiere a las semillas la propiedad de tolerar la sequía sin disminuir la productividad de los cultivos. El descubrimiento (que ya está patentado en países como Australia, China y Estados Unidos, además de la Argentina) podrá en el futuro, generar ingresos superlativos en concepto de regalías.

El hallazgo, posibilita a través de un gen de girasol traspasarlo a otras especies, por lo que éste podrá ser introducido en cultivares de soja, maíz, trigo y alfalfa; lo que en la práctica permitirá en gran medida contrarrestar las limitaciones que imponen sequía y salinidad.

Al momento de presentar la invención en Tecnópolis, el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao explicó que en realidad se trata de dos eventos importantes y complementarios: "El primero de ellos es una empresa argentina integrada por 230 productores (en referencia a Bioceres, del Grupo Grobocopatel) y una empresa americana que le va a abrir las puertas del mundo a los desarrollos tecnológicos nacionales, lo que implica una inversión sustantiva de 20 millones de dólares". “El otro evento es una nueva patente que permite mejorar la productividad de cultivos tan importantes como el de trigo, maíz y soja al conferirles características especiales".

Es importante rescatar las explicaciones brindadas por la jefa del grupo de investigadores y, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral “IAL”, Dra. Raquel Chan, quien reveló que se logró aislar un gen que le confiere a la planta de girasol la posibilidad de tolerar la sequía en forma limitada, agregando que dicho gen interpuesto en semillas de soja, maíz y trigo no sólo logró generar plantas con tolerancia a sequías, sino que también aumenta significativamente la productividad.

Siempre en base a la explicación de los científicos, la peculiaridad más trascendente es que ya sea en condiciones normales, de sequía o con exceso de lluvias, la producción será superior al de los materiales existentes, al respecto los ensayos indican un plus superior al 15%. Esto es marcaría un jalón excepcional, habida cuenta que los descubrimientos anteriores en materia de resistencia a sequía, deprecian un tanto su potencial cuando el contexto climático es normal.

El citado acuerdo entre Bioceres y Arcadia consiste en un joint venture, el cual apunta a la comercialización en todo el mundo, lo que de no surgir ningún obstáculo en los protocolos y procesos que necesariamente deben cumplimentarse será entre 2015 y 2017, bajo la marca “Verdeca”. El proyecto de expansión prevé en su primera etapa cubrir la demanda que genere tanto Sudamérica como América del Norte, (Cabe acotar que en soja el continente produce el 80% de la soja del mundo, la mitad de ella se cosecha entre Brasil y Argentina, generando para ambos en conjunto la friolera de u$s 50.000 millones de dólares) para luego sentar el foco en India y China.

Respecto a Arcadia, corresponde mencionar que se trata de un referente de biotecnología en Estados Unidos, disponiendo de apoyo público para la investigación y el desarrollo de la tecnología de uso eficiente de los nutrientes en los cultivos.

Cabe consignar que si bien Verdeca centra sus esfuerzos en el desarrollo de esta tecnología para el cultivo de soja, la referida ciencia aplicada fue incorporada por Bioceres a otros cultivos como el maíz, el trigo y la alfalfa; en tanto que en otras especies forrajeras el desarrollo es promovido por el consorcio PasArg (Plataforma Argentina para el Desarrollo de Forrajeras Transgénicas), una iniciativa público-privada cofinanciada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, integrada por un grupo de empresas nacionales: Indear SA, Bioceres S.A., Bioceres Semillas S.A., Kiñewen S.A., Produsem S.A., Rizobacter Argentina S.A. y Satus Ager SA.

En cuanto a la propiedad de la patente, ésta corresponde en forma conjunta al Estado argentino a través de la titularidad del Conicet y la UNL, licenciando el uso y explotación a la Bioceres por 20 años. Los organismos estatales, conforme a lo que reza el convenio, percibirán en concepto de regalías un porcentaje por la semilla vendida una vez que se comercialice.

Es justo y necesario destacar el mérito de los científicos participantes, el eficiente trabajo desarrollado y también en este caso reconocer el acierto del Gobierno en la materia. Como mis lectores bien saben, habitualmente soy crítico de políticas y metodologías aplicadas desde Balcarce 50, pero nobleza obliga a mencionar aquello que se está haciendo bien. En este caso, proporcionar los recursos necesarios para llevar adelante las tareas de investigación, en tal sentido es dable destacar la mejora real operada en los presupuestos del INTA, el CONICET y las Universidades.

Los beneficios para el país serán realmente significativos, originándose tanto por el incremento de la producción (mayores rendimientos e incremento de superficie) lo que a valores actuales podría estimarse entre u$s 5.000 y u$s 6.000 millones adicionales; y lo más importante, los recursos que generará el valor agregado que trae aparejado las regalías.

El paso dado es trascendental y tal como suele ocurrir cuando se trabaja bien, los más probable es que de lugar a nuevos éxitos en la materia. El descubrimiento nos indica que Argentina ha comenzado a transitar por la senda que marchan los países desarrollados: invertir en investigación










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