Basta, ¡ya!

¡Basta ya de derechos y garantías abstractas e irritas!

Por: Roberto Fermín Bertossi (*)

No damos más. Estamos hartos de promesas mentirosas y de urnas para urgir corruptos. Nuestro Estado crónicamente moroso continúa habitado por novatos, tibios y/o corruptos que ni atajan su descomposición sino que la demuestran, confirman, apuran y aseguran.

Basta ya a la pérdida del valor de la moneda y por ende del poder adquisitivo del salario, a la licuación de las jubilaciones, pensiones ordinarias y asignaciones universales; basta ya al doloso tráfico de influencias y anticipo de información para quedarse con todos los dólares en una timba financiera oficializada; basta ya a la ausencia de transparencia, basta ya a las rendiciones de cuentas pendientes como a la no extinción de dominio de corruptelas y ganancias injustificables; basta ya a tanta oscuridad, desconcierto, perplejidad y bronca social.

Apremia dejar atrás una peculiar cultura democrática cuando entre nosotros, los angustiantes acontecimientos dominantes conforman y endurecen la perversa paradoja de que nuestro pueblo al votar, una y otra vez ¡se roba a sí mismo!

En efecto, ello es así en la medida que cada una de las necesidades humanas como dignidad, trabajo, alimentación, salud, educación, justicia, vivienda digna, seguridad, cultura y más, son truncadas por fracasos o cartelizaciones políticas y económicas financieras.

Chau ‘cartel’, ¡hasta nunca! Ya sufrimos demasiado los flagelos de: ‘el cartel de los medicamentos’ (ILLIA), ‘el cartel de la contratación pública’, etc., etc. y etcéteras.

Estamos hartos de que el Estado sea un viacrucis lleno de trampas, como un panóptico inútil al que solo sobreviven los peores entre “los más truchos” Simón de Cirene.

Basta ya de “aduanas” en la administración pública nacional, provincial y municipal.

‘Corrupción’ es sinónimo de ‘podredumbre’, de ‘infección’, de ‘soborno’ e indignidad. Singularmente, “la corrupción” fue asombro, grito, blanqueo e identidad del Agosto argentino reciente. Por ello no deben quedar impunes nuestros billones de pesos que por “ineficiencias, descuidos, deslealtades, excesos de optimismo e irregularidades administrativas” se perdieron durante las últimas décadas en nuestra devastada Argentina.

Sostienen tal causa o fatal argumento, inéditos enriquecimientos ilícitos (hasta el paroxismo), por parte de un minúsculo y diminuto grupete de corruptos, enriquecimientos que vienen afligiendo y empobreciendo más y más a un inerme pueblo argentino. No erraba Eduardo Galeano cuando disparó su apotegma: “¡No hay riqueza inocente!”

Tales corruptos están explicados y mimetizados en mucho “testaferro” de políticos, de funcionarios ejecutivos, legislativos y judiciales, de operadores, de dirigentes, de empresarios de profesionales; de militares, de sindicalistas, de periodistas y eclesiásticos.

Basta ya de esta cultura de torcidos que se ven rectos a sí mismos; de esta nación de sobornadores, de estafadores como de tantos altos funcionarios que se ganan “el derecho” a robar luego de toda una vida de ser decentes en una extraña y remanida metanoia.

Urge una consulta popular vinculante que dirima y repudie “tanto asco” para devolverle legitimidad y señorío a “La Ciudadanía”. Caso contrario, si persistimos con ´regodearnos en la ruina y el destrato actual´, entonces ya padecemos los efectos del síndrome de Estocolmo.

Damos al Estado por perdido. Damos por hecho que mayoritariamente la casta política llega a robar como lo hizo su padre y el padre de su padre… “¡y a mi primogénito le dejo mi escaño! en otro elogio y replica hipermodernizada de nepotismo y corrupción”.

¡Basta ya de derechos y garantías abstractas e irritas!

Por último y no obstante los ¡basta ya!, démonos la oportunidad de una consulta popular porque valdrá la pena votar contra una cultura política incorregible que no tiene palabra ni puede soportar el mínimo contraste patrimonial personal entre aquel de 1983´ y este, en 2018´. A propósito, que nuestra Constitución Nacional califica a estos corruptos como ¡infames traidores a la Patria!

Investigador Cijs / UNC (*)