INTEGRACIÓN COOPERATIVA: CLAVE EN LA OPTIMIZACIÓN DE RESULTADOS Y BENEFICIO COMUNITARIO

Aldo Norberto Bonaveri

@AldoBonaveri

@PregonAgro

Evidentemente el éxito del cooperativismo en el mundo y su permanente vigencia, se sustenta en gran medida por excelencia de su doctrina y la nobleza de sus fundamentos. Va de suyo que con por más meritorios que exprese la teoría y beneméritos sean los propósitos, las cooperativas como cualquier organización están conducidas por personas, razón por la cual los aciertos y errores de estás y, el funcionamiento de sus Consejos de Administración gravitan en los resultados de las entidades.

Indubitablemente a través de su historia el movimiento ha tenido ilustres precursores, auténticos intérpretes de la economía solidaria y con gran vocación de servicio; no obstante justo es destacar que las que las grandes performances cooperativas, no dependen de personalismos iluminados, sino del trabajo fecundo de sus cuerpos colegiados, caracterizados por su labor horizontal y democráticas.

El sistema cooperativo se caracterizó por ser rígido en la preservación de sus principios y valores, pero a la vez con la flexibilidad indispensable para adaptarse a metodologías contemporáneas, nuevas tecnologías y escenarios cambiantes. Merced a esas virtudes el movimiento capeó guerras, crisis y tantas adversidades como ocurridas; inclusive en los últimos años viene cosechando reconocimientos de grandes organismos internacionales.

En reiteradas oportunidades desde estas columnas se han consignados logros, experiencias exitosas y resaltado posibilidades. Si bien en ese aspecto existen suficientes elocuencias y, el haber es cuantioso, corresponde señalar que las potencialidades del movimiento están muy distantes de verse agotadas.

El mundo actual es cada vez más exigente y por ende los desafíos se renuevan. Los cambios que se verifican en los cinco continentes, determinan que los grandes actores internacionales pugnen por reconvertirse para no verse desplazados o, aprovechen al máximo sus capacidades y aptitudes. El cooperativismo no es la excepción, teniendo a su favor múltiples ejemplos adoptados en diferentes países ante problemas planteados o debilidades puntuales.

En determinados emprendimientos las cooperativas, especialmente en comunidades pequeñas, presentan inconvenientes de costos propios al mercado reducido. En estos casos los dirigentes deben procurar acceder a una economía de escala, apelando a compras conjuntas con otras entidades pares y, capitalizando experiencias aportadas por el mismo movimiento.

En nuestro país también existe en algunas localidades superposición de cooperativas con objeto semejante, lo que las llevan a competir, a la vez de encarecer costos. Esta situación era muy común hasta la década del ’90 en las agropecuarias, cuando producto de la globalización irrumpieron los exportadores en los acopios de granos, sumado a las derivaciones de la convertibilidad que se tornó ficticia, trajo aparejado el cierre de gran número de cooperativas agrarias vulnerables para desenvolverse en tal escenario.

En otros casos impulsos “autonomistas”, individualismo o miopía de ciertos dirigentes, llevaron a la creación de una nueva cooperativa para la prestación de un determinado(s) servicios, existiendo en la misma comunidad otra entidad de la misma naturaleza ya establecida. Ejemplo: en una población de 10.000 habitantes no tiene sentido crear una cooperativa de agua potable, cuando otra está brindando energía eléctrica, telefonía y otros tantos servicios que por lo general, son eficazmente brindados por la economía solidaria. Con estas atomizaciones se propende a encarecer los costos internos y, en consecuencia el servicio, para atender a los mismos usuarios.

Implícitamente hay realidades zonales, especialmente donde el denominador común es la baja densidad poblacional, donde no deberían descartarse fusiones, ganando en competitividad, ampliando y mejorando servicios o, gravitar con más presencia en materia de consumo.

Siendo el cooperativismo un movimiento tan amplio, con gran historial y presencia efectiva con vastas actividades en el territorio nacional, la tarea de asociativismo inter-cooperativo es una alternativa válida para acrecentar las perspectivas de innumerables entidades de base. Ello puede darse a través de entes específicos que agrupe a varias, con acuerdos notariales o simplemente con alianzas estratégicas, según la magnitud y naturaleza del entendimiento.

Es sustancial que con la forma que en cada caso resulte conveniente, las cooperativas funcionen estrechamente vinculadas; en determinadas situaciones unirse, integrarse en torno a objetivos comunes a los efectos de alcanzar un desarrollo solidario, que a la postre beneficie a los asociados.

Más allá de la riqueza dogmática y sus nobles propósitos, el movimiento debe proponerse lograr cooperativas eficientes, económicamente viables y socialmente responsables.

La integración cooperativa constituye una fortaleza natural del sistema que no admite dudas; si a ello le sumamos la apertura que el movimiento viene dando en la relación con otros actores de la sociedad civil organizada que estén dispuestos a compatibilizar en objetivos comunes, tanto por predisposición propia, como por señales externas, el futuro redundará en beneficio del sector, pero lo más importante en favor del país.

Como puede apreciarse el cooperativismo tiene a su alcance instrumentos proporcionados por el mismo sistema, para relativizar debilidades, corregir procederes y optimizar resultados.