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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoREEDICION – Las Cooperativas y la Política
05/ene/2013

“El cooperativismo es un movimiento con inquietudes políticas, de identidad propia, nutrido de una vocación participativa y solidaria que la diferencia de otras organizaciones”.

Por: Aldo Norberto Bonaveri

@AldoBonaveri

@PregonAgro

Las entidades intermedias con alguna frecuencia deben abordar temas de naturaleza política, ello ocurre asiduamente en las cooperativas, especialmente en las de servicios públicos, habida cuenta que las prestaciones que realizan requieren de autorizaciones, concesiones, proyectos, obras, etc., además, dirigir la institución, manejar sus asuntos, establecer prioridades y fijar estrategias, son en sí actos políticos; “conforman la política de la entidad.”

Pese a tratarse de procederes normales, habituales e imprescindibles a menudo tipificarlos como tales suele despertar suspicacias; en el subconsciente de algunas personas, “política” se asocia indefectiblemente con “política partidaria”. Evidentemente ello no es así, pero si hay que admitir que muchas veces la confusión surge ya sea por error o preconcepto del opinante, como así también producto de percepciones indeterminadas de los actores, ello no dicho de manera peyorativa, sino que tratándose de cuerpos colegiados integrados por personas de distintas ideologías, que simultáneamente tienen militancia en diversas corrientes de opinión, no es sencillo pero si sumamente conveniente separar nítidamente las cosas.

El tema es sensible y de vieja data, incluso sobre finales del siglo XIX se estableció como uno de los principios cooperativos “Neutralidad política y religiosa”. El mismo fue otrora establecido con el propósito de mantener siempre la unidad entre los miembros de las cooperativas; luego fue retirado de los rudimentos doctrinarios; avanzado el siglo XX otros ideólogos mantuvieron el criterio de que no se puede permanecer indiferente o ausente, cuando estén en juego los mismísimos intereses del movimiento, no por variar el objeto por el que fue instituido, sino por malinterpretaciones que en la práctica se generaban. Al respecto es pertinente destacar que el cooperativista tiene plena libertad de pensar y opinar ya sea en política como en religión, pero al mismo tiempo resulta muy beneficioso que sus creencias e ideologías no sean llevadas al seno del Consejo de Administración, a efectos de prevenir que el apasionamiento pueda interferir el funcionamiento del cuerpo o, provocar desavenencias entre personas, conspirando contra la necesaria armonía.

Ya en el siglo XXI, la intervención en los distintos quehaceres de las entidades, los asuntos interrelacionados con la política institucional son de tratamiento cotidiano dentro del ejercicio del cooperativismo. El sólo hecho de integrar un movimiento socioeconómico provisto de una doctrina y metodologías particulares, orientadas a representar intereses comunitarios que incluyen a los asociados y su bienestar, el concepto de “político” resulta insoslayable. En consecuencia, las cooperativas no pueden marginarse de involucrarse en cuestiones de esa índole.

Con el correr del tiempo y los constantes cambios que introduce cada vez con mayor frecuencia el mundo actual, el cooperativismo por su concepción filosófica, pero fundamentalmente por la necesidad de dar respuestas a los requerimientos de la sociedad de tener acceso a las nuevas tecnologías y, mejorar su calidad de vida, ha comprendido que para lograrlo debe adaptarse al escenario imperante; ello requiere bregar por la transformación de realidades económicas y sociales, con el objeto de influir en legislaciones y decisiones que propendan a un porvenir superior. En virtud de tal razonamiento bien podemos sintetizar que “el cooperativismo es un movimiento con inquietudes políticas, de identidad propia, nutrido de una vocación participativa y solidaria que la diferencia de otras organizaciones”.

En la vida institucional la dirigencia cooperativa no solo debe conocer las leyes que regulan las actividades que desarrollan, sino que es menester estar al tanto de los proyectos presentados, estudiarlos, discutirlos con sus autores y plantear modificaciones alternativas cuando las normas establecidas e, iniciativas a instaurar no condicen con los postulados e intereses del sector. Para ello es menester establecer contactos con funcionarios y legisladores; en tal sentido la plática con representantes de las distintas expresiones partidarias es importante y, con los gobiernos imprescindible; por cierto que ello no debe implicar subordinación ni compromisos partidarios de ninguna naturaleza.

En Argentina el cooperativismo de servicios públicos se ha desarrollado y gravitado en el interior del país, con fuerte presencia en pueblos, pequeñas y medianas ciudades. En tanto menos poblada es la localidad más notorios son sus dirigentes, esa simple ecuación determina que cada acción que realizan sus protagonistas estén más en la mira de la población. Sus alcances se expresan en todos los sentidos; así es cuando se verifica una performance exitosa, el nombre del presidente de la cooperativa se instala rápidamente como posible candidato a intendente, aun cuando como ocurre la mayoría de los casos el aludido no tenga interés alguno en serlo; de igual modo la repercusión potencia suspicacias, cuando se producen reuniones de consejeros con referentes de partidos políticos.

En consideración a todo lo expresado debería interpretarse cada caso evaluando el proceder; de necio sería negar que existan casos donde se confundan los roles o algunos puedan aprovechar la coyuntura para “llevar agua para su molino”; como en cualquier desempeño de cargos en diferentes organizaciones tales deslices son pasibles de suceder; pero muy lejos está de ser la generalidad.

Cuando una cooperativa funciona bien, los temas, las estrategias, los procederes y las posibles consecuencias se analizan y debaten dentro del Consejo de Administración, los que generalmente están integrados por personas de distintos signos políticos, en tanto y en cuanto la participación de los miembros resulte activa, menos posibilidades existen que se incurra en imprudencias ya sean fortuitas o adrede. Sobre el particular cabe destacar que por su naturaleza en las cooperativas los personalismos o el presidencialismo son más acotados que en otras asociaciones.

En síntesis, en las cooperativas la política es una práctica corriente y es necesario que así sea, lo que no debe concebirse es que se realice política partidaria. Ello no implica que los dirigentes deban abstenerse de militar en forma particular, pero si inhibirse de ejercer esa potestad en el ámbito de la entidad.


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