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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoSUBSIDIOS AGRICOLAS: DIFICIL CAMBIARLOS, PERO NO IMPOSIBLE
20/feb/2007

 

Por: Aldo Norberto Bonaveri

 

En altas esferas de algunas potencias comerciales, tales como Alemania, Gran Bretaña, EEUU, o Brasil, vienen exhibiendo cierta confianza respecto a que en Davos se reanuden las tratativas paralizadas en agosto, como consecuencia de las grandes discrepancias existentes entre varios de éstos actores. Por cierto que esta aparente flexibilización en las posiciones, no significa un cambio substancial en sus posturas, pero al menos coinciden en la necesidad de agotar las instancias negociadoras.

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Al margen del Foro Económico Mundial de Davos, un grupo de países componentes de la Organización Mundial del Comercio “OMC”, dentro los que se encuentran las máximas potencias comerciales del mundo, aspiran retornar a las interrumpidas negociaciones de la Ronda de Doha, con la intención de avanzar en la liberalización del comercio mundial.

La reunión motorizada por Suiza celebrada el mes pasado, contó con la presencia de encumbrados funcionarios internacionales, entre los que sobresalen; Pascal Lamy, director general de la OMC, el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, la Representante de Comercio de EEUU, Susan Schwab, el canciller brasileño, Celso Amorim, y el Ministro de Industria indio, Kamal Nath. Por otra parte, todos estos personajes más la ministra de Economías suiza y el ministro de Comercio japonés, Akira Amari protagonizaron las discusiones del foro "Negociaciones comerciales congeladas y necesidad de progresar". Como resultado de tales deliberaciones, puede destacarse que una treintena de ministros de economía o comercio presentes en el cónclave, encomendaron a Pascal Lamy intentar de retomar las conversaciones formales, suspendidas desde agosto del año pasado.

A partir de ese momento, en altas esferas de algunas potencias comerciales, tales como Alemania, Gran Bretaña, EEUU, o Brasil, vienen exhibiendo cierta confianza respecto a que en Davos se reanuden las tratativas paralizadas en agosto, como consecuencia de las grandes discrepancias existentes entre varios de éstos actores. Por cierto que esta aparente flexibilización en las posiciones, no significa un cambio substancial en sus posturas, pero al menos coinciden en la necesidad de agotar las instancias negociadoras.

A los efectos de recordar los antecedentes; cabe mencionar que la Ronda de Doha se inauguró en 2001, teniendo como fecha de expiración en 2006; pero el año pasado los desencuentros entre los representantes de las naciones centrales, capitaneados por los máximos referentes de la UE, EEUU y Japón, no lograron compatibilizar criterios sobre las reducciones de tarifas agrícolas e industriales, con el G -20 liderados por India, Brasil y Australia (donde milita Argentina)

El propósito de su creación se relaciona con la mayor liberalización del comercio internacional, donde supuestamente, “se beneficien sobre todo los países en desarrollo y los más pobres”. Las diferencias substanciales radican en que; EEUU y la UE pretenden que los países en desarrollo, efectúen concesiones en la reducción de sus tarifas industriales, en tanto que el G-20 quiere que las economías poderosas, reduzcan sus subsidios agrícolas y abran más sus mercados a la agricultura de las economías emergentes.

Corresponde subrayar, que el comercio de productos agropecuarios es el más desnaturalizado por las contribuciones internos, la elevada protección arancelaria y los subsidios a la exportación que destinan Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y otros estados industriales. La compleja desarticulación de tan urticantes intereses, ha constituido el principal obstáculo para arribar a un entendimiento equitativo en el marco de la OMC.

Si nos volvemos a instalar en la perspectiva negociadora que parece retomarse, aún cuando las reiteradas frustraciones no ofrecen demasiados motivos para ser optimistas, conviene repasar situaciones que se van produciendo en distintos países, las que de alguna manera podrían modificar determinadas aristas de tan complejo tablero internacional.

Con respecto a Estados Unidos conviene mencionar que el Departamento de Agricultura “USDA”, cuenta con un presupuesto anual de hasta u$s 30.000.000.000 para distribuir en subsidios agropecuarios. No obstante en los dos últimos ejercicios no ha efectivizado más de u$s 20.000.000.00. En ese aspecto, se advierte que la gestión Bush ha derivado estos recursos no asignados hacia el Ministerio de Defensa, en razón de las mayores erogaciones que demandan las tropas apostadas en Irak, al mismo tiempo, la agenda del gobierno norteamericano contempla para este año el tratamiento del programa agrícola para el próximo lustro, donde aparenta se reducirán las partidas destinadas a subsidios agrarios.

Claro está, que los agricultores estadounidenses lejos están, de perder sus prerrogativas sin antes dar fuerte batalla; los granos que reciben asistencia estatal son maíz, soja, trigo, sorgo, cebada y algodón. Evaluando los aprestos de la administración republicana, se puede inferir que los subsidios a la producción se orientaran principalmente a lo atinente a los biocombustibles, sector al que se le está prestando máxima atención. Si así sucede, la reducción se puede dar más en el valor de la tierra que en el de los cereales y oleaginosos.

En otro orden de cosas, la propia evolución de las economías del planeta va aportando nuevos elementos que puede modificar el panorama. Seguramente el proteccionismo agrícola continuará ejerciéndose por parte de las naciones industrializadas, no obstante el peso específico financiero de occidente va cediendo posiciones a manos de de los países asiáticos. Por estos días el potencial económico de China e India juntas, es semejante al del bloque de la Unión Europea o de los Estados Unidos, pero los analistas ya auguran que en diez años más, China se convertirá en la primera potencia económica.

A los efectos de tener una idea más exacta del formidable crecimiento de China cabe decir que, 15 años atrás el gigante asiático tenía un comercio internacional equivalente al 20% del de Japón, hoy es China quien lleva una ventaja del 30% sobre su vecino. Cotejando el mismo tiempo, las compras totales de Pekín aumentaron la friolera del 1.100%, versus el 235% acumulado por los Estados Unidos, o el 132% de la Unión Europea.

Habida cuenta del significado que tiene el revolucionario desenvolvimiento de la economía de toda el Asia-Pacífico, donde demanda de alimentos es cada vez mayor, el ensamble natural de esta región es cada vez más compatible con la capacidad productiva del MERCOSUR.

Volviendo a la Ronda de Doha, a la OMC le resta lo que falta del año para revertir las frustraciones acopiadas en estos 5 años; para que ello ocurra será menester una predisposición muy superior de la mostrada hasta ahora, por parte de los 149 países que conforman el organismo. Como dato complementario, se puede agregar que tras la descontinuación de las conversaciones oficiales, las hubo informales en Brasil y Australia, no obstante tampoco allí se logró arribar a un acuerdo.

El director general de la OMC, aguarda señales precisas para convocar a una nueva sesión de la ronda, fundamentalmente espera un guiño del G-7, sin cuyo visto bueno hará estéril cualquier gestión que se intente. Los observadores siguen con atención lo que pueda acontecer en los EEUU, pues los moradores de la Casa Blanca dependen que posición adoptara el Congreso, (actualmente con mayoría demócrata en ambas cámaras), sobre si se le renovará al presidente George W. Bush, la potestad de promoción comercial, denominada “vía rápida”. Sobre el particular, cabe expresar que en junio fenecerá el tiempo que le permite a la actual administración celebrar convenios internacionales de comercio sin necesidad de someterlos al proceso de enmiendas parlamentarias.

En el gran país del norte cada vez son mayores los cuestionamientos internos al régimen de subsidios agrícolas. Prosiguiendo con la línea de editoriales aparecidas en julio y octubre de 2006, el influyente diario The Washington Post, publicó en las vísperas de la Navidad otra serie de artículos reprochando el sistema de asistencias agrarias en los EEUU. En los mismos se critica el efecto que los subsidios están ejerciendo en el ámbito rural, cargando las tintas sobre la elevación del valor de la tierra y, el estimular la concentración de las explotaciones, con lo que aseveran, se está perjudicando a los pequeños emprendimientos familiares, lo que se ven imposibilitados de competir con los grandes productores, argumentando que de esta manera se está induciendo a la despoblación rural, con lo que se ejerce el efecto contrario al que en teoría se persigue.


The Washington Post, manifiesta que en los últimos 15 años, las asistencias han marcado la propensión de concentrarse cada vez más en las explotaciones más grandes. Así es como entre 1989 y 2003, el porcentaje del total de las ayudas pagadas destinadas a las empresas agropecuarias grandes (con facturación anual superior a u$s 500.000) ascendió del 13% a 32%, simultáneamente, las firmas del rubro que facturan por debajo de los u$s 250.000 año, descendió del 63% al 43%. Para completar esta información, consideran grandes a los productores que superan ventas por cuarto de millón, las que dicen, perciben el 54% de los subsidios, representan el 60% de la producción, aunque en número sólo representan el 7% del total de las explotaciones.

El matutino discute la legitimidad de las ayudas, mencionando el ejemplo del estado de Illinois, donde la tierra ha duplicado su valor entre 1990 y 2005, (la hectárea hoy promedia los u$s 12.000). Fundamentando que la liquidez que el sistema de subsidios inyecta en los grandes productores, deriva en que los pequeños no puedan competir en la compra de las tierras; ésta mecánica lleva a que los grandes sean cada vez más fuertes, en tanto los chicos evidencian progresivamente más problemas para competir por tecnología y economías de escala.

En Europa donde como se ha expresado, hay grandes resistencias a reducir los subsidios, no todos los estados miembros de la comunidad suscriben a esa tesitura, recientemente la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel, expresó que aspira a que después de 2013 solamente se den auxilios por hectárea o por explotación, completamente independientes de la producción y que concluyan el resto de los apoyos agrícolas o ganaderos. En un discurso pronunciado en Bruselas a principio del mes en curso espetó "Una vez que pasemos 2013, si todavía hay excepciones al principio de desvincular totalmente los apoyos de la producción, deberíamos acabar con ellas". En otra parte de su alocución la funcionaria, explicitó su objetivo de poner fin a las cuotas lecheras, para que ya no estén en vigor en 2015, al respecto dijo "si así se decide, hay que dejarlo claro lo antes posible para que el sector lácteo tenga tiempo para prepararse".

Como ya se ha mencionado, Francia es el país más reticente a modificar la política de subsidios; en consonancia con ello en la reunión de la Comisión Europea celebrada el 12 del cte., teniendo en cuenta probables flexibilizaciones, solicitó al cuerpo no se efectúen más aquiescencias agrícolas dentro de las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC, al menos hasta que se obtenga compromisos equivalentes de otros países. En tal sentido, el canciller galo, Philippe Douste-Blazy, declaró que las concesiones condicionales realizadas en octubre de 2005 por el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, "han sido asumidas ya por nuestros socios de la OMC, que nos piden nuevos esfuerzos".


Es de hacer notar, que Francia, en su momento consideró excesivas las propuestas de Mandelson de 2005, convencido de ello Douste-Blazy agregó "No hay ninguna razón para cambiar posición europea y de ir más allá de la oferta de octubre 2005, que agota nuestro margen de maniobra en el sector agrícola". Para el gobierno francés, en al UE debe primar el objetivo de lograr en la negociación un "un acuerdo global y equilibrado, y los desequilibrios actuales no responden ni a los intereses de los ciudadanos ni de las empresas europeas". En virtud de ello, requirió que la Comisión Europea, que negocia en la OMC en nombre de los 27 países de la Unión Europea, demuestre "sangre fría" y "contención".
Si la negociación se reanuda, será difícil arribar a un acuerdo, no obstante, con las reservas que el asunto reviste, las posibilidades son menos desfavorables que 6 meses atrás. ¿Se podrá esta vez?


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